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Reportaje:

China se rinde a la economía sumergida

Desde la apertura económica iniciada en 1978, los negocios no declarados aportan el 10% del PIB al gigante asiático

Negocios que funcionan sin licencia, empresas que declaran parcialmente o no declaran en absoluto sus ingresos, fabricación de productos pirateados, contrabando y otras actividades criminales. Es la denominada en China economía negra, una actividad que según Qiu Xiaohua, subdirector de la Oficina Nacional de Estadística, movió el año pasado alrededor de un billón de yuanes (120.500 millones de dólares). Esta cifra representa el 10% del PIB (producto interior bruto) nacional, que según anunció el pasado lunes dicho organismo ascendió a 10,2 billones de yuanes (1,23 billones de dólares) en 2002.

"Antes de la reforma y la política de puertas abiertas , esta economía negra prácticamente no existía", ha asegurado Qiu, según el diario de Hong Kong South China Morning Post. "Desde entonces, ha crecido rápidamente y en algunos lugares está muy extendida". "Aunque su valor no está incluido en las estadísticas oficiales, estamos cooperando con las organizaciones internacionales para estudiarla".Según algunos economistas chinos, la corrupción es uno de los principales problemas a los que tendrá que hacer frente el país en los próximos años en su proceso de apertura. Y uno de sus componentes es la economía sumergida, en la que se incluyen actividades que van desde el contrabando de coches a la falsificación de productos de marcas occidentales reconocidas.

Falsificaciones

Copias de relojes Rolex, anoraks North Face o prendas Versace son sólo algunos de los artículos falsos que se venden libremente en las calles y mercadillos chinos. Esta actividad ha levantado las protestas de las multinacionales extranjeras que ven cómo el valor de sus marcas se disuelve en un país donde miles de fábricas ilegales viven de reproducir lo que diseñan empresas de prestigio occidentales. No en vano, la falta de protección de la propiedad intelectual es una de las principales quejas a las que tienen que hacer frente las autoridades chinas por parte de sus socios comerciales en el seno de la OMC (Organización Mundial de Comercio).

El Gobierno, que tiene departamentos especializados en la lucha contra esta actividad, se ve, sin embargo, confrontado a la disyuntiva de cerrar empresas y engrosar las listas de parados, cuando China está sumergida en un proceso de reestructuración de las compañías estatales que está dejando a millones de personas en la calle.

Además de la falsificación, miles de negocios que no declaran sus ingresos forman parte del tejido económico de un país donde la transición de la economía planificada a la denominada economía de mercado socialista ha creado muchas lagunas.

El problema de la economía sumergida no es exclusivo de China. Está extendido por toda la región. Según el banco de inversiones de Hong Kong CLSA, el PIB de Asia, excluido Japón, asciende a tres billones de dólares, pero si se incluye dicha actividad esta cifra aumentaría hasta 4,5 ó 5 billones de dólares.

La iniciativa de la Oficina Nacional de Estadística china de colaborar con los organismos internacionales para estudiar el peso de la economía negra se enmarca dentro del esfuerzo que está realizando el Gobierno para mejorar la precisión de sus datos económicos. Algunos expertos internacionales consideran que sus estadísticas no son muy fiables porque algunos gobiernos locales inflan los números para no reportar resultados que difieran de los objetivos oficiales, y ponen en duda los valores de crecimiento del PIB.

Qiu rechaza, sin embargo, esta afirmación. "Nuestras cifras son precisas y fiables, reflejan la realidad de la economía china y su potencial de crecimiento y muestran sus tendencias y desarrollos. (...) Hablando a escala nacional, hay errores, pero no son importantes". China anunció el mes pasado que antes de cinco años calculará y publicará el valor total de su economía de acuerdo a las normas internacionales.

La oficina estadística prevé que el PIB aumente este año entre un 7% y un 8%, gracias al impulso que supondrá el segundo año como miembro de la OMC, el incremento del gasto público, la política monetaria estable y las reformas económicas. Este crecimiento es el que precisa el país para absorber los millones de despedidos de las empresas estatales.

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