Dos riesgos y un temor
Los anuncios de clonación humana propalados por la secta raeliana, el ginecólogo italiano Severino Antinori u otros grupos o laboratorios semiclandestinos que se puedan subir a ese lucrativo carro en los próximos tiempos plantean dos clases de riesgos de naturaleza muy distinta. El primero es que alguno de esos personajes haya intentado de verdad una clonación -cosa que no consta por el momento- y se haya expuesto así a engendrar un bebé con graves malformaciones. Las técnicas de clonación son aún imperfectas, incluso en animales de experimentación, y ningún científico serio está en condiciones de garantizar que el desarrollo del embrión proceda con normalidad.
El segundo riesgo es que algunos gobiernos y legisladores reaccionen con demasiado ímpetu y decidan prohibir todo tipo de clonación, incluso la que no pretende más que generar embriones para obtener células madre útiles en medicina. La clonación aquí será una técnica muy valiosa, puesto que los tejidos que se obtengan de las células madre serán genéticamente idénticos a los del paciente y no inducirán el menor rechazo inmunológico (el equipo de Robert Lanza en ACT ya ha demostrado este proceso completo en mamíferos grandes como la vaca).
La comunidad científica, que ya tiene bastantes problemas con las legislaciones y los prejuicios religiosos en muchos países, está realmente preocupada por esta posibilidad. Ayer mismo, la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), la mayor organización científica del mundo, rogó a los legisladores y al público en general "tratar con escepticismo" los anuncios de tipo raeliano "hasta que se disponga de evidencias científicas confirmadas".
"Tales anuncios no verificados", señaló la AAAS en un comunicado, "basados en el trabajo de laboratorios clandestinos y descontrolados, son totalmente contrarios a las normas de la buena práctica científica. Hacen un flaco favor a la sociedad y promueven la confusión entre la investigación de los métodos de clonación, que puede conducir a nuevos e importantes tratamientos médicos, y los intentos de clonación reproductiva, que suponen un notable riesgo para la madre y el bebé". La organización añade: "Una reacción espasmódica [al anuncio raeliano] retrasaría varios años muchas investigaciones médicas importantes".
Una investigación que ha pasado inadvertida ha añadido un nuevo giro al asunto. El científico Richard Schultz, del Departamento de Biología de la Universidad de Pensilvania, demostró en julio (Human Reproduction Update, 8:4) que los embriones humanos son sorprendentemente rápidos reprogramando su genoma para la vida intrauterina: lo hacen en la fase de dos células, o incluso antes. Este hecho sugiere que los embriones humanos clónicos que Lanza presentó en 2001, que sólo alcanzaban la fase de seis células, hubieran podido prosperar en un útero. Si esto es así, la temida noticia se producirá más temprano que tarde.
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