Bienvenido Hontza
Hace casi 15 años que vivo en Bilbao, en la calle Muelle de Ibeni, muy cerca del puente y de la Iglesia de San Antón. Me gusta vivir aquí, tengo la suerte de haber podido elegir. En mi barrio, en mi zona, vivimos gente de muchas clases, colores, culturas y hábitos. En esas gentes incluyo, al igual que a mi familia, a muchas de mis amistades y a personas que sólo conozco de vista o que ni siquiera conozco.
Mi barrio también es una zona de paso y aquí viven, por ser de aquí, o por ser zona de movidas varias de muchos bilbaínos, algunos yonquis o personas con cuelgues drogodependientes. Un lugar bastante habitual por temporadas es el pasadizo del puente San Antón hacia el mercado de la Ribera. Esto ya era así cuando yo llegué. Y me molesta.
Me molesta salir de casa y encontrarme con gente durmiendo bajo el puente, con frío o calor, en cartones o en un saco potroso, mientras yo, a 50 metros, acabo de desayunar calentita. Me molesta que, a pesar de ser una zona transitada y de que los vecinos pagamos los impuestos, los servicios de limpieza del Ayuntamiento no acudan todos los días y lo limpien y rieguen como se hace en casi todo Bilbao (En mi calle no ocurre eso a excepción de estos últimos días con la inauguración del tranvía). Y me molestan más dejadeces municipales de ese estilo, por días y días.
Pero ahora tengo un motivo de alegría. Se ha abierto Hontza cerquita. Estoy segura, y pongo la mano en el fuego por ello, de que el número de jeringuillas que me encotraba en las cercanías de mi casa no aumentará, tal y como decían que pasó en Zamakola. Estoy o estaré más tranquila cuando cruce con mis hijas hacia el mercado y no haya gente tirada durmiendo o despertándose, y les pueda explicar que aquello se acabó, que en su ciudad existen servicios para todo el mundo según sus necesidades, que en su ciudad vive gente que está intentando dar soluciones a personas que lo necesitan, y que, de paso, ellas y todos salimos beneficiados.
También les podré explicar a mis hijas que merece la pena luchar por conseguir lo que es justo y necesario; que hoy es por otros, pero que nunca se sabe, que la vida da muchas vueltas y la verdad y la justicia no son patrimonio del que más chilla. Me queda la pena de que el centro abierto en San Antón no sea Hontza-2. Recuerdo las movidas de la gente anti Hontza de Zamakola cuando pasaban por aquí delante o ponían carteles bajo nuestra casa. No sabía como explicar a mis hijas su actitud y sus mentiras.
Deseo un feliz futuro a todo el mundo y en especial a toda la gente que esta trabajando anónimamente para que "otro mundo sea ya posible".
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