El sucio siglo de John Steinbeck
Eligió el lado de los malditos, el de las víctimas de un sistema inmisericorde, y a ellos les consagró Steinbeck su obra entera, denunciando con ruido y con furia los desafueros de un tiempo de injusticia social y ruindad moral. "¡Al diablo este podrido siglo! ¡Cerrémoslo como si fuese un libro, y sigamos leyendo!", grita el narrador de esa epopeya formidable que es Al este del Edén (1952), reeditada ahora por Tusquets, en esforzada traducción de Vicente de Artadi, a tiempo para cerrar este año de conmemoraciones y de felices desagravios a su obra inmensa, como la publicación, en septiembre, de El invierno de mi desazón (El Aleph, 2002), su última novela, que seguía inédita aquí. Bienvenida sea otra vez Al este del Edén, que ilumina la tiniebla en la que habita la condición humana, nueva vuelta de tuerca al motivo central de Steinbeck, el viaje catártico, el individuo peregrino en busca de sí mismo. Pero bendito sea James Dean, que desde la cubierta de la edición de Tusquets nos recuerda que mientras el mundo sea mundo la estirpe de los rebeldes, a la que pertenece el Nobel californiano, luchará por todos nosotros contra el conformismo y la degradación de la que somos víctimas y culpables a un tiempo. El entrañable exordio primaveral con el que arranca Al este del Edén, con paisajes arcádicos inspirados en páginas de su admirado Jack London, ya presagia, por antítesis, el oscurecimiento de la trama y la irrupción del individuo corrupto sobre la naturaleza virginal, y la descarnada historia cainita que cuenta Al este del Edén, sus bíblicas advertencias al lector de la necesidad de escarbar en las conductas hacen que esta reedición no quede en mera contribución a la oportunidad del centenario de Steinbeck, sino en insoslayable invitación a leer un clásico de esta magnitud, modelo de análisis de la naturaleza humana conforme a los cánones del naturalismo, poniendo de nuevo la novela al alcance del lector.
Del compromiso a ultranza
del autor de Las uvas de la ira con la dignidad del ser humano dan asimismo fe dos de sus más afamadas obras, reeditadas ahora por Edhasa. La primera, De ratones y hombres (1937), impagable duelo de la solidaridad frente al desprecio, narra las andanzas entrañables del tierno subnormal Lennie y su compinche, el ingenioso George, por los desolados paisajes de la Gran Depresión, hermanados por la amistad tanto como por la influencia de Mark Twain. La perla (1947) retrata al pescador Kino que, enceguecido por la perla, se muestra incapaz de advertir el abismo al que le empuja su ambición. El lector más distraído advierte enseguida que se trata de una fábula perfecta, dedicada a uno de sus temas recurrentes, el mal, y escrita con recursos propios del expresionismo, en la que hasta la última palabra adquiere una trascendencia sublime, una extraña simbología trágica. Frente al narrador megalómano, descubrirá el lector a un Steinbeck radicalmente distinto en Hubo una vez una guerra (1958), la colección de reportajes y artículos sobre la Segunda Guerra Mundial que el autor fue publicando en The New York Herald Tribune, y que Edhasa rescata ahora ofreciéndonos una jugosa perspectiva desde la que seguir contemplando al genio de Salinas. Lejos de los esbozos coloristas de las crónicas de Hemingway, Steinbeck ofrece aquí estampas y paisajes para después de una batalla, textos viscerales cercanos en su contundencia crítica a las piezas contestatarias de Gore Vidal, y que en cualquier caso constituyen una sorpresa en verdad estimulante.
Acusado de incurrir en el melodrama, tachado de popular por no servirse de las audacias formales de la vanguardia, como hicieran Dos Passos o Faulkner, Steinbeck tuvo siempre que lidiar con renuencias y desaires de la élite, pero sí triunfó en Hollywood, reeditó hasta la saciedad y su influencia se ha mantenido vigente en incontables narradores -acaba de publicarse Al sur del Edén, suerte de memorias del conspicuo David Mamet, RBA, 2002-, tal vez es porque generaciones de lectores lo han venido secundando en su ferviente defensa de la literatura como bálsamo contra la corrupción, convencidos como él de que "con cada una de las victorias del intelecto humano sanamos de algún género de dolor o de desorden incomprendido".
John Steinbeck. Al este del Edén. Traducción de Vicente de Artadi. Tusquets. Barcelona, 2002. 684 páginas. 24 euros. De ratones y hombres. Traducción de Román A. Jiménez. Edhasa. Barcelona, 2002. 167 páginas. 14,50 euros. Hubo una vez una guerra. Traducción de Leonardo Domingo. Edhasa. Barcelona, 2002. 278 páginas. 17 euros. La perla. Traducción de Horacio Vázquez Rial. Edhasa. Barcelona, 2002. 143 páginas. 14,50 euros.
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