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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Cuestión medioambiental

Somos muchas las personas y organizaciones a las cuales los desastres como el del Prestige no nos ha sorprendido en absoluto. Es más, diariamente existen pequeños, medianos y grandes desastres ambientales que pasan casi desapercibidos para la inmensa mayoría del mundo que se informa al minuto. La economía a gran escala, los sistemas productivos que conciernen a muchos países y las enormes redes de distribución y consumo, generan, aparte de una discutida y mal repartida riqueza, una incidencia ambiental y unos riesgos que supuestamente ya nadie discute y que en los últimos 15 años han dado lugar, para su prevención y corrección en los ámbitos empresarial y público a escala nacional e internacional, a innumerables directivas, acuerdos, estrategias, cumbres, compromisos, normativas, sistemas de gestión, congresos, proyectos, auditorías... y gráficos estadísticos que apuntan al progreso adecuado porque "hemos encontrado la fórmula y se llama Desarrollo Sostenible".

Pero resulta que situaciones como la del Prestige, delante de una sociedad algo más informada y sensible que hace una década, retiran una careta colocada sobre gobiernos y empresas que científicos, técnicos y algunas organizaciones profesionales advertíamos desde que se empezó a acuñar el término sostenibilidad: la tremenda hipocresía de la cuestión medioambiental, que ha pasado sin solución de continuidad de ser una idea tangencial ligada a determinados grupos de presión social y profesiones románticas y rebeldes, a ser objeto de un cúmulo de iniciativas como las expresadas líneas arriba, más o menos grandilocuentes, comerciales, efectistas y estéticas; algunas, de gran voluntad política pero la inmensa mayoría de escasa efectividad y resultados poco perceptibles.

La falta de previsión ambiental, la carencia de un protocolo de emergencia ante riesgos ambientales, el desconocimiento del funcionamiento del sistema físico y biológico marino, la dificultad en la disponibilidad de medios técnicos, tecnológicos y biológicos para atajar o minimizar episodios de contaminación marina... como ha sucedido en las costas gallegas no es tan grave como la certeza, antes sospechada, ahora aireada, de que el cacareado compromiso ambiental, el factor ambiental, tan factor como el social, el económico, el cultural, no impregna con claridad, no se incorpora con voluntad a la estructura organizativa, a las decisiones, a las previsiones, a las estrategias, a la resolución de situaciones límite, no se considera con peso para la dotación de recursos e incorporación de ¡profesionales técnicos y científicos! tanto en la gestión pública, sin reparar en el color político, como en los procesos productivos y servicios privados. Este es el verdadero origen de lo sucedido en Galicia.

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