De Antonio Carmona

La dignidad de una persona es algo más que pedir disculpas en público, porque alguien se encargó de convertir en tremendo error una simple broma, de forma oportunista, dicha en un momento determinado, y dimitir de su cargo político por algo tan absurdo, tan surrealista. Hay que ser muy responsable para hacer algo así; un ejemplo que muchos deberían seguir.

La dignidad la tiene un hombre, ante todo honesto; un político con una carrera intachable; querido por muchos y "temido" por unos cuantos. Un político que lo ha dado todo por su partido a costa de muchos sacrificios. Que ha trabajado duro desde muy joven; que ha hecho de la política su forma de vida sin pretender vivir de ella. Es de sentido común saber que en ningún momento puso intención de burla ni falta de respeto a nadie. Que sus palabras han sido manipuladas de forma descarada, así como su significado, por distintas personas y por distintos intereses. Me cuesta creer que por esta injusticia tan burdamente intencionada perdamos a un político de su categoría. Antonio Miguel Carmona no necesita que esta carta hable bien de él; cuenta con el afecto, el respeto y el apoyo de mucha gente, dentro y fuera de su partido, más de la que puedan imaginarse; por algo será.

Carmona no es un santo ni un héroe; es un hombre luchador, con iniciativa, sobradamente preparado como para tener éxito en todo lo que emprenda. Y, a pesar de todo, como siempre, seguirá echándole buen humor a la parte ácida de la vida. Un humor que muchos hemos tenido la suerte de compartir con él, y es seguro que seguiremos haciéndolo.