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Tribuna:DEBATE | "Las mujeres de" los políticos
Tribuna
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Material electoral

Asegura la prensa francesa que comienza una nueva forma de hacer política: la era de la "mujer de". Señalan entonces a las esposas: a Bernardette (Chirac) como "la verdadera revelación de la última elección presidencial", a las mujeres de ministros del Gabinete de Raffarin, pero también a Sylviane (Jospin) dando la cara en un libro personal mientras Lionel, su marido, ex primer ministro, callaba. Hablan luego de Hillary (Clinton), de Cherie (Blair) y de "Ana Botella Aznar" (sic) como ejemplos notorios de esa nueva era, mientras algunos se preguntan (Nouvel Observateur, 7-11-2002): "Cuando uno de cada dos electores es electora, ¿es la mujer de el futuro del hombre político?". Buena pregunta, además de pertinente.

Sobre ese futuro, hay más preguntas aparentemente impertinentes: ¿La "mujer de" representa, ante los electores, el lado humano del político? ¿Es algo impuesto, pues, por motivos electorales? ¿Votan, así, los electores a un equipo compuesto, ortodoxamente, de marido y mujer? ¿Hay que entender eso como una profesionalización política del oficio "mujer de"? ¿Podrían las parejas no oficiales de los políticos jugar el mismo papel? ¿Utilizan los hombres políticos a sus mujeres para lograr más popularidad? ¿O, por el contrario, son las mujeres que quieren hacer política las que se sirven un hombre para lograr la imprescindible notoriedad para ganar sus propios votos? ¿Quién utiliza a quién? ¿Él a ella o ella a él? ¿Se trata, en fin, de un fenómeno claramente conservador, un machismo sutil, o bien de una nueva "treta feminista" para lograr paridades a cualquier precio? ¿Es el triunfo o la derrota del feminismo, del machismo o un aleccionador totum revolutum carente de otro criterio que no sea la maquinaria electoral?

Aunque en España las "mujeres de" conserven su apellido de solteras, el fenómeno no deja de ser menos pertinente y todas las preguntas están abiertas. ¿Qué ha aportado Ana Botella a José María Aznar? ¿No se definió él mismo, alguna vez, como "aquel señor con bigote que está al lado de Ana Botella"? ¿Y cual ha sido el papel de Marta Ferrusola, esposa de Jordi Pujol, a lo largo de 22 años? ¿No se concede, en ambos casos, que ambas -"mujeres de" aún conservando su apellido y, en teoría, su propia identidad- han logrado una incalculable influencia en algo tan sutil como "el estilo" de esos gobernantes? Si nos remontamos en la historia española contemporánea, por este camino de la influencia llegaríamos hasta Carmen Polo, una "mujer de" con una nítida imagen pública propia.

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Estamos, seguramente, ante un abanico de modelos que incluyen, en el otro extremo, a ese prototipo clásico de mujer de político consciente de que los electores no la han votado a ella. Amparo Illana o Carmen Romero, sin ir más lejos. Posiblemente, la esposa del líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, de la que una mayoría ignora el nombre o el rostro, pueda incluirse en ese apartado que trata de no mezclar aspectos públicos con aspectos privados de los políticos. Y, también, de las políticas; al señor Thatcher, por ejemplo, apenas le recordamos.

La mezcla de lo público y lo privado ha hecho, por ejemplo, que Jackie Kennedy o Raísa Gorbachova ocuparan su lugar, más o menos claro, junto a sus maridos. Sabemos que el reciente tropiezo particular de Cherie Blair amenaza hoy la popularidad de su marido. Pero ignoramos si la señora Berlusconi es algo más que el reposo del guerrero y nada sabemos del aspecto o las ideas de las esposas de dirigentes europeos suecos, belgas, holandeses o daneses. Alguno, tal vez, recuerde el buen aspecto mediático de la señora Schroeder y de la mujer de Putin: pura foto.

Hay, pues, diversos grados de implicación de la "esposa de" y parece ser un hecho que esto depende tanto de la esposa como de la importancia que los asesores electorales del marido dan a lo que aquí conocemos como prensa del corazón, ese capítulo informativo de constantes concesiones al populismo y al mejunje público/privado. Aparecen entonces las fotos en familia, las entrevistas, los consejos y hasta los libros de la "mujer de". Y se repite el gran tópico: "Detrás de un gran hombre hay una gran mujer", al que hoy se añade, en un chiste muy del momento, la siguiente coletilla: "Detrás de una gran mujer hay siempre una gran mujer de la limpieza". Interprétenlo como quieran.

¿Cómo entender, pues, el fenómeno de la "mujer de"? La lectura política es obligada. El antiguo "florero", tan encantador siempre, adquiere vida propia y ambición de ir a por todas, incluido sentar doctrina. Algunos explican que es la forma de que no se diga que las mujeres no están en la política y aseguran que es como si las mammas del mundo -esas que controlaban a toda la familia sin que la familia lo supiera- hubieran decidido salir en defensa de sus amenazados hijos -hombres- nuevamente y, de paso, de toda la familia. Que las familias estén con un estrés monumental también marca el momento de la "mujer de". El asunto está abierto. Abierto: ¿a una regresión al pasado o a algo peor?

Margarita Rivière es periodista.

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