Desprofesionalización
- Más cuidado. "Podían haber tenido más cuidado y alejar al máximo de la gasolinera la posibilidad de explosión del coche-bomba", dice una señora, que asegura ser usuaria a diario de la carretera de A Coruña, donde la policía explosionó el coche de ETA el martes.
- Peligro, marcha atrás. "La gente no repara en lo peligroso que resulta cruzar por detrás de un automóvil que está maniobrando con la marcha atrás puesta", dice Vanessa con enojo. "Muchas personas se creen que los automovilistas vemos por detrás con la misma facilidad que por delante y parecen desconocer que hay puntos ciegos y que en marcha atrás resulta sencillísimo no apreciar cuándo alguien cruza, con lo cual el riesgo de sufrir la quiebra de una rodilla o de la pierna entera es muy elevado".
- Enigmas sobre un jabalí. "Qué pena lo del jabalí de la calle de Mejía Lequerica", se lamenta Ramona en relación al hallazgo en esta calle, el pasado domingo, de un ejemplar muerto. "Me temo que alguien cazó al pobre animal y se lo trajo a Madrid y cuando vio que no era posible deshacerse de él, lo soltó en plena calle. Lo que no sabemos es si el jabalí estaba vivo o muerto. En todo caso", añade, "es seguro que sufriera mucho", se lamenta.
- Pisos deslizantes. "Hay mucha gente que no da importancia a los pisos deslizantes y cuando cruza una calle por un paso de cebra, incluso corre", dice Ignacio, "cuando todo el mundo sabe que están fabricados en un material resbaladizo en extremo, que puede provocar el desnucamiento de más de uno".
- Desprofesionalización. "Observo una desprofesionalización enorme en muchas de las actividades cuyo desempeño antes la gente cuidaba y tenía el orgullo de ejercer", dice Odón. "Es cada vez más difícil encontrar un camarero que haga bien su trabajo, pero no ya en cuanto a preparar bien las bebidas, colocar bien los vasos y tareas así, sino también, por lo complicado que resulta hallar uno sólo que sea capaz de darte los buenos días y de mostrarse educado con los clientes. No hablemos ya", agrega, "de aquellos que en los restaurantes madrileños, donde, por cierto, tan bien se come, no dejan de interrumpir a los comensales que han trenzado una buena conversación para acabar cuanto antes, agobiándoles con paseos y como al acecho siempre de la mesa".
- Bronca a un mayor. "El otro día vi en una consulta de un ambulatorio a un enfermero echarle la bronca a un anciano porque se estaba echando un cigarrito en un pasillo", dice Mariana. "Lo comprendí, aunque me pareció una bronca un poco dura; pero lo que me revolvió de veras", explica, "fue confirmar luego que el mismo enfermero, en el mismo sitio, se encendía su cigarrillo y como si tal cosa. Creo que una sociedad que no respeta a las personas mayores hallará muchos problemas en su futuro".
- Megáfonos inaudibles. "Los megáfonos de las grandes superficies nunca se oyen", dice enfadada Constancia. "Es imposible enterarse de qué están diciendo y, además, aturden, así que deberían gastarse un poquito más de dinero y perfeccionarlos".
- Vergüenza. "Me da vergüenza contemplar el comportamiento de la justicia con los ciudadanos a propósito del recurso que plantearon contra la destrucción del claustro de Los Jerónimos", dice Pedro Antonio. "Creo que es verdaderamente injusto imponer a los vecinos una fianza multimillonaria, como si se tratara de instituciones de la Administración o de constructoras, que manejan cientos de millones de euros, y no como el vecindario, que no tiene más que una cuota asociativa. Algún día", sentencia, "nos daremos cuenta los madrileños del tamaño de la salvajada de los políticos que la justicia ha tolerado".
- Patos a Madrid. "Los patos que están llenos de petróleo en Galicia podrían mandarlos aquí a Madrid", dice Juan Antonio, que dice tener 11 años. "Los niños de Madrid podríamos cuidarlos aquí, porque como no hay playa, no hay petróleo y aquí van a estar seguros", añade.
- Tráfico incomprensible. "No me explico por qué un día de huelga casi total de taxis, la circulación de Madrid experimenta un colapso como el del martes", se pregunta Angelines. "No hay quien lo entienda", sentencia.
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