Ser juez sustituto
Excelentísimo señor ministro de Justicia. Soy jueza sustituta en el País Vasco con un importante número de años de servicio a mis espaldas. El motivo de estas líneas es la machacona campaña de su ministerio, que vienen de lejos pero últimamente ha arreciado en connivencia con el borrador del Proyecto de Instrucción CGPJ sobre Régimen de Magistrados Suplentes y Jueces Sustitutos, en relación con la profesionalización de la Administración de Justicia. Me siento menospreciada y vejada por el trato que se nos está dando.
No seré yo quien cuestione la necesaria profesionación de jueces y magistrados; ahora bien, resulta que la Administración de Justicia debe ser el único ámbito de la vida española donde la experiencia en una profesión no sólo está minusvalorado, sino que poco menos que resulta un demérito, de tal manera que nos está practicamente vedado el acceso a la judicatura por el tercer y cuarto turno. Se está produciendo así un irresponsable desperdicio en capital humano que las más de las veces viene desembocando en un costoso reciclaje profesional en otros ámbitos de la Justicia ¿Se puede permitir la sociedad vasca y española esté despilfarro de conocimientos, de saber hacer en el día a día?
Pues bien, resulta que los jueces sustitutos del País Vasco estamos contribuyendo de manera decisiva al sostenimiento del Estado de Derecho en la comunidad autónoma. Más si cabe desde el infame asesinato de José Maria Lidón, pues merced al régimen excepcional en materia de permisos, licencias, etcétera, no damos abasto, como usted muy bien sabrá.
En ese interín en el que el titular se encuentra ausente por distintas circunstancias, somo nosotros los que damos la cara en la oficina judicial, ante los ciudadanos y ante los abogados y procuradores. Somos nosotros los que cargamos con la tarea de resolver a costa de tardes, fines de semana, festivos y vacaciones, y de sostener, en definitiva, la productividad del juzgado. Además, en ningún caso somos ajenos al crispado entorno que nos ha tocado vivir, con las consiguientes servidumbres a nivel personal y familiar. Cierto es que nadie nos obliga a realizar este trabajo, pero si una está aquí es porque, como creo le ocurre al resto de mis compañeros, nos apasiona este trabajo y nos volcamos en él. De ahí que me duela profundamente esta absoluta indiferencia institucional.
Por otra parte, no creo ni que nuestro rendimiento ni el nivel técnico exhibido en su conjunto sea malo. Al contrario, creo que los jueces sustitutos del País Vasco somos un lujo tanto para el Estado como para los ciudadanos. Así las cosas, y si me lo permite señor ministro: si nos van a suprimir, suprímanos. Pero sería un acto que le honre si, en despidiéndonos nos, nos diera las gracias por los servicios prestados.
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