La estela del 'Prestige'
Más de 50 millones de toneladas de petróleo transitan cada año por el Estrecho
A finales del pasado mes de octubre, representantes de la asociación ecologista Verdemar, que opera en la comarca del Campo de Gibraltar y está integrada en Ecologistas en Acción, acudían a una reunión, convocada en Atenas por diferentes instituciones europeas, para debatir el problema de la contaminación costera causada por buques de distinta naturaleza. Especialistas de Portugal, Suecia, Grecia o Francia, además de técnicos de la Comisión Europea, tuvieron oportunidad de escuchar el diagnóstico que los ecologistas andaluces expusieron a propósito de los riesgos ambientales a los que está sometido el litoral de esta comunidad autónoma.
Verdemar insistió en que la "Unión Europea debía ser consciente de que el estrecho de Gibraltar soporta el mayor tráfico marítimo todo el Mediterráneo, y que el puerto de Algeciras, uno de los mayores del continente, sufre importantes carencias en medidas de control ambiental". Estas circunstancias se ven agravadas, a juicio de este colectivo, como consecuencia del litigio que mantienen España y el Reino Unido a propósito de Gibraltar, lo que ha motivado que "en una zona de la bahía de Algeciras se venga produciendo el abastecimiento de combustible, en grandes cantidades, a buques en tránsito, sin cumplir las más mínimas cautelas".
Pocos días después de este encuentro, cuyas conclusiones serán expuestas en el Parlamento europeo, Verdemar denunciaba, con todo detalle, la forma en que se producía este abastecimiento irregular, "en manos de gasolineras flotantes que almacenan hasta 900.000 toneladas de combustible y suelen fondear entre el Nort Mole y la bocana de Gibraltar, en aguas de nadie". Esos mismos días operaba en la zona el buque Vemamagna, con bandera de Malta, que, según los ecologistas, "ha sido autorizado por el Gobierno gibraltareño para trasvasar combustible a otros barcos, si bien esta forma de avituallamiento está prohibida por la Capitanía Marítima de Algeciras por sus elevados riesgos de contaminación".
La nota en la que se denunciaban estos hechos aparece firmada el 19 de noviembre, justamente el día en que se iba a pique el Prestige frente a las costas gallegas. No era casual. Se trataba de llamar la atención sobre el peligro que acechaba al litoral andaluz, por el que también transitan importantes cantidades de hidrocarburos sin que, en muchos casos, se respeten las normas básicas de seguridad. De hecho, el Prestige se encaminaba hacia el estrecho de Gibraltar.
Aunque se barajan diferentes cifras, y no siempre las fuentes que las revelan pueden considerarse fiables, el último informe (agosto 2002) del Centro Regional Mediterráneo para la Intervención de Urgencia contra la Contaminación Marina Accidental (Rempec), con sede en Malta y administrado por la Organización Marítima Internacional, asegura que el tráfico total de crudo y productos refinados suma, en todo el área mediterránea, 360 millones de toneladas al año, de las que 50 millones de toneladas cruzarían por el estrecho de Gibraltar. A diario transitan por este mar entre 250 y 300 petroleros de gran tamaño.
Según el informe del Rempec, entre agosto de 1977 y diciembre de 2000 se han registrado en aguas del Mediterráneo 311 incidentes en los que se han visto envueltos buques que podían causar episodios contaminantes debidos al vertido de hidrocarburos, aunque esta circunstancia sólo se ha anotado en 156 de estos sucesos. Uno de los tres más graves que destaca este organismo se produjo, precisamente, en las cercanías del estrecho de Gibraltar, cuando el 6 de agosto de 1990 colisionaron el Sea Spirit y el Hesperus, originando el escape de unas 12.000 toneladas de petróleo que afectaron a las aguas territoriales de España, Marruecos y Argelia.
Sin embargo, son los vertidos intencionados los que, hasta ahora, han provocado un mayor impacto en la costa andaluza. Algunos petroleros en tránsito limpian sus tanques o se deshacen del agua de lastre, contaminada, en alta mar, para ahorrarse así los costes que supone la evacuación controlada de este tipo de residuos.
Como explica Joan Doménec, catedrático de Ecología de la Universidad de Barcelona, "ésta es una contaminación más sutil, pero también más importante, que la originada por las catástrofes espectaculares que sufren los petroleros, ya que la relación de hidrocarburos vertidos es de diez a uno". En total se estima que por esta vía, intencionada y muy fragmentada, llegan al Mediterráneo más de 650.000 toneladas de crudo al año. Parte de estos vertidos terminan alcanzado la costa en forma de bolas de alquitrán, lo que los especialistas denominan tarballs, como las que afectaron, en el mes de agosto de 2000, a 24 playas de las provincias de Málaga y Cádiz, situadas a lo largo de una franja litoral de más de 60 kilómetros.
Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es.
Un mar sensible
Algunas de las características que diferencian al Mediterráneo de los grandes océanos, advierte Joan Doménec, "son las que contribuyen a multiplicar el daño causado aquí por las mareas negras". El oleaje reducido, la ausencia de mareas importantes, la poca producción biológica y la elevada biodiversidad, son factores que agravan las consecuencias de cualquier vertido de hidrocarburos en este mar, que tarda 80 años en renovar completamente sus aguas.El volumen de un vertido, advierten los especialistas, no dice mucho sobre su capacidad para generar daños ambientales de gravedad. El impacto de una marea negra viene determinado por múltiples factores: tipo de hidrocarburo, condiciones climáticas, capacidad de evaporación y biodegradación, y, sobre todo, sensibilidad de los ecosistemas afectados. En lo que respecta a esta última circunstancia, las aguas del estrecho de Gibraltar son particularmente frágiles, ya que reúnen una elevada biodiversidad, son de zona de paso para multitud de cetáceos y tortugas marinas amenazadas y forman parte del pasillo migratorio por el que transitan millones de aves protegidas. De acuerdo a las estadísticas que maneja el Centro de Cooperación del Mediterráneo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, con sede en Málaga, el tráfico de petroleros no constituye la única amenaza a la que se enfrenta este mar. Las 60 refinerías que se levantan en las costas mediterráneas vierten cada año unas 20.000 toneladas de petróleo, y entre un 70 % y un 85 % de las aguas residuales urbanas que producen los municipios costeros se arrojan sin depurar.
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