Ilie rescata al Alavés
El delantero rumano, con un gran gol, lidera al equipo vitoriano ante un triste Atlético de Madrid
Todo Mendizorroza se frotaba los ojos. Fútbol en estado puro: un caño por aquí, una pisada de balón por allí, espuelas, sombreros... Todo, obra de un solo jugador. Y lo más increíble: era un futbolista del Alavés. Adrian Ilie regaló fútbol, algo que no se suele ver por Vitoria últimamente. Tenía el Alavés un compañero de cartel mucho más capacitado para la faena, pero el Atlético se limitó a ver pasar, no sin algún que otro enfado interno y dolor en el amor propio. José Mari bien pudo marcharse a la ducha antes del descanso si Undiano no hubiera sido benevolente con el ex milanista en una entrada a destiempo al danzarín Ilie.
El Atlético quiso acoplarse a la propuesta habitual del Alavés de mucha lucha y poca combinación. Pero se topó con un Alavés nuevo, diferente a los últimos tres meses, basado en una más que correcta presión al balón, rapidez en el juego y un resucitado Ilie.
ALAVÉS 2 - ATLÉTICO 0
Alavés: Dutruel; Geli, Karmona, Abelardo, Llorens; Turiel, Pablo; Jordi (Magno, m. 77), Ilie (Edu Alonso, m. 69), Ibon Begoña; y Rubén Navarro (Iván Alonso, m. 55). Atlético: Esteban; Contra, Coloccini, Hibic, García Calvo (Carreras, m. 54); Albertini, Nagore (Luis García, m. 57); José Mari, Jorge (Javi Moreno, m. 50), Stankovic; y Fernando Torres. Goles: 1-0. M. 11. Ilie recibe de espaldas, cede al primer toque a Rubén Navarro, que engancha un tiro cruzado imposible para Esteban. 2-0. M. 31. Pablo corta una jugada, el balón le llega a Ilie y corre hacia la portería, regatea a varios defensas y cuela el balón por alto. Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a José Mari, Turiel, Contra, Carreras, Llorens y Luis García. 14.753 espectadores en Mendizorroza. Fernando Torres falló un penalti en el minuto 75.
El Atlético buscó desesperadamente las bandas, donde esperaban Stankovic y José Mari. Pero faltó comunicación. El yugoslavo estuvo bien amarrado por otra vieja gloria en ascenso, Geli, el sustituto en ese lateral del añorado Contra. El rumano del Atlético no se adueñó de su banda, y tampoco José Mari. Aburridos, se desnivelaron hacia el centro y el Atlético se atascó todavía más. Ni siquiera tuvo ocasión de sacar oro de la estrategia, su recurso de urgencia. Es más, el Alavés le respondió con veneno. A cada saque de esquina en contra, Mané colocó a tres jugadores rápidos dispuestos a recorrer cien metros lisos. Los suyos llegaron siempre antes a todos los balones.
Llegó primero Rubén Navarro desde atrás cuando Ilie, de espaldas a la portería, le puso en bandeja el primer gol. El Atlético, lejos de reaccionar, siguió jugando más con Esteban que con quienes realmente le hacen jugar. Era el Alavés el equipo que seguía mejor puesto, bien adaptado a la velocidad que tomaba la pelota en el contacto con el césped mojado. Y, además, tenía a Ilie. Una carrera suya desde el círculo central acabó en el segundo gol y la mejor jugada del partido. Fue un alarde de velocidad, regates, facultades técnicas y potencia. Un poco de todo.
El Atlético se descompuso. Siguió concediendo metros al Alavés, le entregó las bandas y se santiguó. Suerte tuvo de que Ilie no transformó en gol alguna de las florituras que ensayó. Y que el equipo de Mané es todavía un grupo en alarma roja, un estigma que no se olvida de un día para otro.
Luis Aragonés buscó soluciones en Javi Moreno, un ídolo en Mendizorroza, más aplaudido que muchos de los futbolistas albiazules. Pero un solo jugador no podía corregir el signo fatalista del Atlético en Vitoria. Faltó mando, más que oportunidades de gol. El equipo jugó en el filo de la navaja toda la noche, queriendo jugar a un fútbol insensato, con demasiados riesgos sin sentido. El Alavés, subido de ego, no quiso dar la espalda al partido, y siguió intentando mantener el ritmo a cien por hora. Cambió a los más desgastados, y entró Iván Alonso. El uruguayo se puso el cinturón de seguridad y entró en la autopista de la banda izquierda, tan desguarnecida que, al final, quien mejor la protegió fue Esteban. Sí, el portero salvó los muebles, si es que le quedaba alguno al Atlético a esas alturas. Con Iván Alonso se encontraron ambos al menos tres veces cara a cara, y todas las ganó el guardameta.
El partido terminó a lo loco, en una sucesión de embestidas. El Atlético ya está acostumbrado, después de sus múltiples espectáculos con el Barcelona. Pero en Mendizorroza ese fútbol es una novedad. Dutruel participó lo suyo. En su caso, lidió con Fernando Torres y con Javi Moreno. Al niño le detuvo un penalti no sin utilizar algunas artimañas de veterano. El chaval se puso nervioso y lo entregó en las manos del portero. Su despeje llegó al pie del ex delantero del Alavés, y mandó la pelota al cielo.
Mendizorroza, con incredulidad, hizo la ola entre el frío vitoriano. La fiesta dio para algunas llegadas más, ya con el partido roto en mil pedazos y con el Atlético desesperado. Pero ni Iván Alonso ni Javi Moreno tenían su noche. La gloria estaba reservada exclusivamente a Adrian Ilie. Sólo el puede rescatar al Alavés más triste de los últimos años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.