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Reportaje:

La rehabilitación de la Cámara de Alicante

El ex dirigente socialista Antonio Fernández Valenzuela da un giro drástico a la gestión del ente que preside

El ex dirigente socialista Antonio Fernández Valenzuela da un giro drástico a la gestión del ente que preside

La Cámara de Comercio de Alicante llevaba años funcionando como una extensión rancia y sumisa del poder político desplegado por Eduardo Zaplana. Esa forma de clientelismo se trasladaba en discursos públicos parciales y anodinos que luego se destilaban en una gestión intrascendente. Así, cegada en el triunfalista, la entidad fue alejándose de la realidad comercial y empresarial de la provincia y generando un clima de desconfianza en el tejido productivo. Una anécdota ilustra lo dicho: cientos de empresarios dieron con la puerta en las narices a un grupo de encuestadores que intentaba recabar opiniones sobre el grado de satisfacción con la entidad. "Decídles que la Cámara no me interesa para nada", espetaban demasiados empresarios.

El nuevo presidente de esta entidad, el ex dirigente socialista Antonio Fernández Valenzuela, ya ha tenido tiempo de diagnosticar esa situación y esta semana ha anunciado que se afanará por corregirla. En su puesta de largo ante el empresariado y los agentes sociales, y delante del ministro Zaplana, Valenzuela hilvanó un discurso creíble -no obvió los datos económicos negativos- y ameno. Anteriores dirigentes camerales jamás hubieran dicho públicamente que la inversión industrial en Alicante ha caído más de un 48% y hubieran omitido que el IPC está por las nubes. Y menos, hubiesen osado a polemizar con Zaplana sobre la ejecución del Plan Hidrológico Nacional. "No tengo razones objetivas para asegurar que el plan se hará", dijo. Valenzuela lo hizo con un coraje que sitúa a la Cámara en otra dimensión mucho más real que la anterior, desde la que parece posible recuperar el camino perdido.

Valenzuela es una persona exquisita en las formas. Gobierno y oposición contaron con similiar protagonismo en la gala que la Cámara celebró el miércoles en Benidorm. Invitó a los sindicatos y, como una metáfora de la transformación que quiere imprimir a la entidad, cambió la oscuridad del Benidorm Palace -donde tradicionalmente se ha celebrado la Noche de la Economía Alicantina- por la claridad y la altura del hotel Bali. Pero todo eso sólo es una rehabilitación de la fachada. Ahora está en su mano reconstruir el edificio por dentro. Hábilmente, durante su discurso, desveló al público el contenido de una reunión que mantuvo con Zaplana antes de que éste abandonara la Generalitat, en la que el hoy ministro comprometió dinero para comprar el viejo hotel Palas, en el centro de Alicante, para reconvertirlo en sede central de Cámara.

Aunque nadie cuestiona la idoneidad de ese edificio para albergar la Cámara, sí hay elementos que enturbian esa operación. Tras un incendio, una inmobiliaria de Benidorm -dirigida por unos amigos de Zaplana, según denunció entonces la oposición- se hizo con la propiedad del inmueble, con la intención de rehabilitarlo. Ese proyecto no cuajó tras un tira y afloja por la modificación del planeamiento para elevar la altura del inmueble, que está catalogado. El edificio pasó entonces a manos de un avispado constructor, Antonio Solana, amigo del alcalde de Alicante, el popular Luis Díaz Alperi, con quien ahora se negocia la compra. Aunque Valenzuela sea ajeno a esos peculiares trasvases en el Registro de la Propiedad, debe andar con cuidado, por si la operación se vuelve en su contra.

La próxima edición de la Noche de la Economía Alicantina medirá si la gestión de Fernández Valenzuela, como parece, será más profunda que una mera rehabilitación de fachada.

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