El escaño vacío

Iba la tarde de ayer de otros asuntos. Nada que ver con lo que se debatía en la Cámara de Diputados. Andaban sus señorías entre las vacaciones previstas y la dimisión del socialista Antonio Carmona.

En un país en el que se agarra uno al sillón como al pecho materno, causaba sorpresa que un hombre con el futuro por delante renunciara a su escaño, hecho trizas por un desafortunado y reprobable comentario. Lo dijo Luis Cernuda : "Ahora hace falta recoger los trozos de prudencia, / aunque siempre nos falte alguno".

Con otras palabras, desde la tribuna de oradores lo dijo un nervioso y emocionado Franco González, diputado de IU: "No quería hablar de ello, pero al ver ese escaño vacío [se refería al banco que ha ocupado hasta ayer Carmona] lamento que se crea que todo está solucionado porque se ha logrado una dimisión y ha salido en los telediarios".

Mandóle callar el presidente de la Asamblea, el popular Jesús Pedroche, y González insistió: "Déjeme decir que en política no vale todo, y en periodismo, tampoco. Y no puede utilizarse una grabación de una conversación privada para intereses políticos".

Fue un bello intento de recoger los trozos de prudencia. Cosa que, por cierto, no hizo un solo parlamentario socialista.

Pero no era un sentimiento aislado. Algunos diputados lamentaban en los pasillos la dimensión que se había dado a las palabras de Carmona, alguien a quien reconocían su gran capacidad de trabajo y sus brillantes intervenciones.

Y ayer, que no había preguntas, quedó una en el aire: ¿a quién alegraron más las consecuencias del error del socialista? Pero la vida sigue. Y no es mala vida. Lo decía ayer Fernando Marín, de Izquierda Unida, cuando recordaba el poco tiempo que queda para legislar: "Sólo quedan cuatro meses para las elecciones. Y de trabajo efectivo, nada más que dos".

¿Cómo? Y los otros dos meses ¿A qué se dedican?