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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Futuro con Sharon

El futuro inmediato se llama Ariel Sharon, lo que no resulta esperanzador para los palestinos. El actual primer ministro, de 74 años, se ha afirmado con más de 16 puntos de ventaja en las primarias del Likud frente a su más joven rival Benjamín Netanyahu. En un país con graves problemas económicos, éste se presentaba como buen gestor. Pero la preocupación por la seguridad ha favorecido a Sharon, y más después de los atentados de Kenia y Bet Shean. Por mucho que su política de dureza represiva, después de sembrar calculadamente la discordia al pisar la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén tres años atrás, no ha dado los resultados prometidos.

En un círculo infernal, los israelíes contestan a cada atentado suicida con el castigo colectivo sobre los palestinos, cuyas tierras están reocupando. Y, por las mismas, merman la capacidad de la Autoridad Nacional Palestina para controlar a los terroristas. Al menos, la confrontación ha llevado a Sharon a moderar algo su discurso, al aceptar, bajo ciertas circunstancias, la posibilidad de un Estado palestino que su rival rechazaba de plano.

Las elecciones del 28 de enero suponen una vuelta a la normalidad: el primer ministro ya no será elegido por sufragio directo, sino que lo será el que consiga fraguar una mayoría en el Parlamento. Hoy por hoy, hay pocas dudas de que sea Sharon, con un Likud reforzado con los votos que le quite al Shas, el partido sefardí ultraordoxo. Aun así, Sharon tendrá que buscar aliados para gobernar. Frente a él, los laboristas parecen electoralmente desarmados. Su recién elegido nuevo líder, Amram Mitzna, alcalde de Haifa, es partidario del diálogo con los palestinos. Pero el giro laborista puede resultar demasiado tardío de cara a las elecciones. El laborismo ha compartido mesa en el Consejo de Ministros con el Likud y puede tener que volver a sentarse en ella tras los comicios.

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