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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una rica variedad

Con criterios claros -autores nacidos después de 1960 y que residan en España, sean o no oriundos-, Andrés Neuman ha elegido 30 autores para esta antología. Entre los conocidos: desde Almudena Grandes hasta Eloy Tizón pasando por Rodrigo Fresán, Juan Bonilla, Mercedes Abad, Jordí Puntí, José Manuel de Prada, Antonio Benítez Reyes y el mismo Neuman. Entre los menos conocidos: Guillermo Busutil, Graciela Baquero, Nuria Barrios o Fernando Iwasaki. De todos se incluye una poética: el cuento, como la poesía, parece facilitar la reflexión formal explícita, que adopta variados estilos: listas tradicionales, linajes sorprendentes, digresiones, fábulas sobre los relatos, y, por supuesto, admisión de la deuda con los clásicos. El único que no está -y sin embargo está- es Raymond Queneau: la combinatoria de Ejercicios de estilo es quizá la base, advertida o no, de muchas búsquedas aquí incluidas.

PEQUEÑAS RESISTENCIAS: ANTOLOGÍA DEL NUEVO CUENTO ESPAÑOL

Varios autores Edición y selección de Andrés Neuman Prólogo de José María Merino Páginas de Espuma Madrid, 2002 505 páginas. 24,75 euros

A pesar de la variedad, se pueden establecer en esta antología modos de funcionamiento más o menos reconocibles: el cuento que plasma un rasguido del orden del cosmos, el que surge de una ruptura lógica y el que viene de la voluntad de representar un fragmento de vida, sea ésta lo que sea. De las tres, la más característicamente hispánica es la última, mientras que las otras dos han sido incorporadas más tardíamente al cuento español, como se comprueba si se atiende al origen y a la formación literaria de los no-oriundos presentes en este libro.

Esto hace que el volumen

sea rico y revelador en tendencias: en una época tan reticente a las tareas estéticas colectivas, el cuento exige conciencia de artesano y, por tanto, experiencia de taller, incluso cuando no se asista o haya asistido a ninguno. El taller del cuento -real o figurado- sirve, como dice Neuman, para cortar, para eliminar amplificaciones innecesarias, reiteraciones y pleonasmos: ésta es la lección más duradera y la que permite al lector establecer, dentro de los 30 autores, cierta jerarquía: existen, por ejemplo, los que cortan bien; existen los que abruptamente terminan.

Por fin, como señala Merino en el prólogo y como atestigua el manifiesto de los autores que abre el libro, los reunidos reinvidican, a pesar de las diferencias de asunto y tratamiento, una suerte de espíritu de pertenencia a una práctica ancestral desbaratada por las tendencias del mercado. Más allá de esta reivindicación que a todos reúne y que nadie puede dejar de suscribir, en esta antología hay cuentos -entre otros, los de Abad, Benítez Reyes, Martínez de Pisón, Fresán, Puntí, Tizón o el mismo Neuman- que son potencialmente referencias: contienen la dosis justa de destreza y habilidad, de refinamiento verbal. Son formalmente estimulantes y, por tanto, serán recordados.

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