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VISTO / OÍDO
Columna
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El cura y la niña

Un sacerdote abusó (se le acusa) de una niña incesantemente durante ocho años: desde que ella tenía cuatro hasta que tuvo doce. Ahora es mayor de edad, y le acusa. Son casos muy frecuentes, sacerdotes o no, y siempre quien los comete tiene una personalidad de las que llamamos anormales. Un teniente ha ingresado en prisión porque abusó sexualmente de una soldado; quizá de otra. Antes la censura prohibía estos temas: ahora hay, dicen, libertad de expresión: al menos, la suficiente para que estas cosas se sepan y se penalicen según las leyes. No hay tanta para examinar esas leyes de cerca. En este caso del cura sexual hay una cosa que me preocupa seriamente: "las declaraciones de la víctima en un tratamiento de hipnosis regresiva que se realizó bajo tutela policial", según el informador de este periódico. La "hipnosis regresiva" está totalmente desprestigiada en el mundo. Quienes la estudian dicen que no existe, y que lo que sí existe es la "memoria inducida": el interrogador trata de encontrar la "criptomnesia" -memoria crítica, oculta para quien ha pasado por acontecimientos que no recuerda- e induce a falsos recuerdos. No es culpable el hipnotizador, el psiquiatra, el psicólogo, el juez o la familia; no lo es la víctima ni sus familiares. Pero la declaración puede no ser real en absoluto. La "creación" de la memoria por la persona o por quienes le rodean es algo suficientemente estudiado, a partir quizá de sir Frederick Bartlett, de Oxford; la "seudomemoria".

No es éste el lugar para desarrollar esta polémica, que tampoco atrae a quienes nos gustaría ver el desarrollo de contradicciones en miembros de la Iglesia o en guardianes armados del honor; en este momento estoy seguro de que de alguna manera el anciano sacerdote -¡73 años!- fue a su vez la víctima de las represiones que caían sobre él, y el teniente de la condición de virilidad que forma parte de una educación disparatada. Parece que ocho mujeres del Ejército español han sido violadas por sus superiores y que éstos han sido más o menos ayudados a disimular el delito para cumplir esa macabra ley española del corporativismo: lo que hace un individuo recae sobre toda su profesión, que deja de serlo para convertirse en mafia. No creo que las manipulaciones de algunos periodistas puedan recaer sobre mí. Pero ésa es otra historia: lo que me parece grave es que en un tribunal se use la "hipnosis regresiva", que apenas vale ya para los espectáculos de la televisión.

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