La feroz pelea del peronismo
Duhalde intenta aupar a un candidato propio en Argentina para hacer frente a Menem
El Parlamento argentino se disponía a aprobar ayer la ratificación del decreto de convocatoria a las elecciones presidenciales, dictado por el Ejecutivo, que se realizarán finalmente el 27 de abril. El 18 de mayo se reserva para una probable segunda vuelta, y una semana más tarde, el 25 de mayo, se hará efectiva la renuncia del actual presidente, Eduardo Duhalde, designado el pasado enero por la Asamblea Legislativa para cumplir con el mandato original de Fernando de la Rúa, que debía concluir el 10 de diciembre de 2003. Para que el presidente electo pueda asumir el mismo día en que se marcha Duhalde o un mes más tarde, se debe modificar además la Ley de Acefalía. El futuro presidente ocuparía el cargo hasta el 25 de mayo de 2007.
Rodríguez Saá también compite por su cuenta por la candidatura a la presidencia
Todas las miradas se vuelven ahora hacia el peronismo. En la feroz lucha interna del partido mayoritario se desangra la política argentina. El llamado Movimiento Nacional y su versión electoral, el Partido Justicialista (PJ), debe resolver cuál de sus cinco candidatos llevará el sello del PJ en las presidenciales y contará con el apoyo de su formidable aparato en todo el país. Las elecciones internas deberían celebrarse el 19 de enero.
El duhaldismo, los leales al presidente y jefe territorial de la poderosa provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, controla el Congreso, máximo organismo de dirección del partido. La ahora minoría menemista conserva todavía una mayoría propia en la ejecutiva del PJ. Duhalde quiere retrasar las elecciones internas hasta que crezca en imagen un candidato capaz de competir y vencer a Menem y a Rodríguez Saa, el ex gobernador de San Luis. El presidente confiaba en la presentación del gobernador de Santa Fe, el ex piloto de Fórmula 1 Carlos Reutemann, que se negó a competir en estas condiciones. Duhalde apoyó luego al ex gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, y podría inclinarse ahora por el gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, que ha hecho una carrera independiente de las líneas tradicionales.
Desde fuera también corre con ventaja El Adolfo, como llaman al ex gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, fugaz presidente durante la semana que siguió a la renuncia De la Rúa, a finales del pasado diciembre, recordado porque en su primer acto de gobierno declaró la suspensión de pagos de la deuda pública argentina.
Rodríguez Saá lidera las encuestas, con ventaja sobre Menem y Kirchner. Su campaña electoral es similar, en las formas y los pactos que celebra a izquierda y derecha para recoger adhesiones, a la del propio Menem en 1989, a quien supera en discurso populista y promesas desmesuradas. Rodríguez Saá acusa a Menem y Duhalde y a los grupos económicos y políticos de Buenos Aires de integrar un "elenco estable" que intenta ahora tergiversar de nuevo la voluntad popular. El Adolfo dice que está dispuesto a fundar su propio movimiento para competir desde fuera del partido y evitar así la trampa que supuestamente le preparan.
Cuando se les consulta, los líderes peronistas no tienen respuesta para la única pregunta a la que deberían contestar con convicción y solidez. EL PAÍS entrevistó al ministro del Interior, Jorge Matzkin, un veterano caudillo de la provincia de La Pampa que pasó por todos los cargos públicos, y luego, a Carlos Menem, presidente en dos mandatos consecutivos de 1989 a 1999. Ninguno de los dos pudo responder de forma sencilla, clara y precisa a la pregunta: ¿Qué es el peronismo hoy?
Según Menem, "un movimiento que hunde sus raíces en la doctrina social de la Iglesia, que propone un capitalismo progresista y que nunca será de izquierda". Para Matzkin, "un movimiento que siempre tuvo alas a izquierda y derecha y que no encuentra ahora un líder que contenga y exprese esos extremos". El senador por la provincia de La Rioja, Jorge Yoma, menemista de la primera hora pasado a los antimenemistas de última, sostiene que con la candidatura de Menem y Rodríguez Saá el peronismo expresa de nuevo los dos proyectos de país herederos de conflictos históricos nunca resueltos. El de la corriente liberal (Menem), vinculada a los grupos económicos concentrados y dominantes en la capital y a las oligarquías terratenientes del resto del país, en oposición a las nacionales (Rodríguez Saá), encabezada por caudillos provinciales y sindicales que dicen representar a las clases más pobres.
Las luchas intestinas en el Ejército de Tierra, del que surgió Juan Domingo Perón, reprodujeron también esa fractura durante las dictaduras militares que devastaron el país en la segunda mitad del siglo XX. El poder concentrado en Perón, con el apoyo de los sindicatos verticalistas, "la columna vertebral del movimiento", mantuvo unido al peronismo hasta que los Montoneros y los fascistas de la Triple A dirimieron a tiros sus diferencias.
Muerto Perón, en 1974, soportada la que fue su viuda, María Estela, hasta el golpe de Estado de 1976, padecida la dictadura militar entre 1976 y 1983, perdidas las elecciones de 1983 ante el radicalismo, el peronismo encontró en otro líder carismático, Menem, la capacidad de ofrecer un proyecto "nacional" en nombre de la patria morena, para aplicar al final, entre 1989 y 1999, medidas ultraliberales que liquidaron el patrimonio del Estado, concentraron la riqueza y aumentaron hasta niveles históricos la deuda pública y los índices de paro.
En la mitad norte del país, donde los niños de la tercera generación de desnutridos han comenzado a morir de hambre, las masas populares se definen como peronistas y atan su destino a los jefes de barrio y candidatos a cambio de un bolsón de comida, un subsidio para parados o uno de los escasos puestos públicos, si es que hay que pagar un favor muy especial.
El peronismo cuenta con un voto cautivo estimado en el 30% del censo electoral. Sólo necesita sumar un 20% más. Cuando llegue el momento, la maquinaria peronista pondrá en movimiento todos los recursos necesarios.
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