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La relevancia que vascos y navarros dan a la religión ha caído en picado en cinco años

Un sondeo revela que la ciudadanía valora cada vez más el ocio y menos la política

Naiara Galarraga Gortázar

Euskadi y Navarra viven un proceso de secularización acelerado. La religión pierde importancia entre la ciudadanía: si en 1995 era considerada "muy importante" por el 26% de los ciudadanos de ambas comunidades, el 1999 lo era para sólo el 14%. La política y el trabajo también pierden peso, aunque en menor medida, entre los principales aspectos sociales, mientras que el ocio, sobre todo, y la amistad lo ganan. La familia sigue siendo esencial para más del 86% de los ciudadanos. Los datos pertenecen a una encuesta, dirigida por el sociólogo Javier Elzo y presentada ayer, sobre los valores de los vascos y navarras que ha sido realizada en el marco de una investigación europea.

La religión es de los valores básicos el que más importancia ha perdido en la sociedad vasca y navarra, evolución que les asemeja cada vez más al entorno europeo. En un lustro (1995-1999, fechas de los dos últimos trabajos de esta encuesta europea), la valoración que le otorga la ciudadanía ha descendido a casi la mitad. La encuesta dibuja el perfil de quienes más importancia dan a la religión: mayores de 55 años, de derechas, con un nivel de estudios bajo y de clase social baja.

La importancia del ocio y el tiempo libre es la que más ha aumentado en ese lustro (del 38% al 48%), a medida que cae la importancia que se da al trabajo (del 66% al 62%). Para Elzo, este dato revela que "emerge una nueva cultura del trabajo". "El trabajo es cada vez menos una manera de realizarse personalmente y cobra importancia como modo de ganar dinero para poder disfrutarlo", explicó Elzo. El catedrático de Sociología apuntó que este cambio viene impulsado en buena medida por la creciente presencia de mujeres en puestos directivos, quienes están dando los primeros pasos para cambiar el patrón masculino de trabajar todas las horas del día.

La encuesta, que ofrece una enorme variedad de datos sociales, muestra que, pese al aumento de los matrimonios civiles y de las uniones libres sin contrato, el matrimonio religioso es aún la fórmula preferida para emparejarse. Aunque vascos y navarros consideran que tener hijos es necesario para la realización personal, precisan que requiere responsabilizarse e incluso sacrificarse por ellos. Sostuvo Elzo que éste puede ser un motivo de la baja tasa de natalidad.

De todos los valores básicos, la política es el que menos relieve cobra entre la ciudadanía. Sólo el 4% la consideraba esencial en su vida en 1999 (la recogida de datos del sondeo coincidió con la tregua de ETA), mientras un lustro antes lo era para el 7%. Son personas situadas en los extremos políticos.

Elzo subrayó que la cohesión social en Euskadi y Navarra es elevada, lo que se refleja en una mayor confianza en los demás y en el consenso sobre cuestiones como los derechos sociales, la educación, la religión o la inmigración. Advirtió, no obstante, de que este consenso "se va al carajo al tocar el gran elemento diferenciador de la sociedad vasca: la violencia terrorista".

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El sondeo, presentado ayer como libro en Bilbao, es continuación de otros similares realizados en 1990 y 1995 por un equipo de la Universidad de Deusto en el marco de un estudio sobre los valores de los europeos ante el nuevo milenio que se extiende a 34 países.

La investigación señala que la tolerancia y aceptación como vecinos "hacia grupos sociales potencialmente problemáticos ha mejorado en los últimos años". Los drogadictos, los miembros de ETA, los alcohólicos, los extremistas de derechas, los gitanos y los agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado son, en orden decreciente, los colectivos que la sociedad vasca y navarra menos querrían como vecinos de escalera en 1999. Elzo añadió que ha aumentado la hostilidad hacia los ertzainas como vecinos (el 10% no los quiere en su escalera), aunque la Ertzaintza sigue siendo una de las instituciones en que más confían los ciudadanos.

Líderes del futuro

Otro dato destacado fue la menor identificación, en comparación con la media europea, de los habitantes de Euskadi y Navarra con "instituciones políticas comunes". Mientras, "las instituciones vascas o navarras son las que gozan de una adhesión social superior". También queda claro que se trata de una sociedad plural. La inmensa mayoría, explicó Elzo, se considera vasca o navarra, pero no de manera excluyente.

El catedrático de Deusto recalca que los líderes vascos del futuro son tolerantes con los compromisos privados, exigentes con los públicos, valoran mucho su vida personal, incluido el trabajo, pero están menos interesados por la religión y la política. No destacan por su confianza en las instituciones, aunque sólo desconfían claramente de las de control social (las fuerzas armadas, la policía y la Iglesia, pero no la Ertzaintza).

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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