Haider no dimite y ordena la depuración en las filas de su partido
El líder ultraderechista seguirá al frente del Estado austriaco de Carintia
El ultraderechista Jörg Haider permanecerá en su cargo de jefe del Gobierno del Estado federado austriaco de Carintia. No se retirará de la vida política, como había advertido en la mañana del lunes, tras las elecciones legislativas que sellaron la derrota de su Partido Liberal (FPÖ), reducido a un 10%, con dos tercios de votos menos que hace tres años.
Es la quinta vez en los últimos meses que el incómodo político da marcha atrás y "renuncia a su renuncia". Su peculiar comportamiento ha acuñado ya esta expresión. De la cúpula de su partido obtuvo el pleno apoyo y además consiguió que se lleve a cabo una operación de limpieza para deshacerse de los elementos discordes. El FPÖ ordenó ayer la expulsión de cinco de sus miembros.
"En lugar de irse, el comandante Haider ordena ejecutar", se lamentaba el parlamentario Alois Pumberger, rechazado tras 30 años de militancia. "Eliminan a todo el que critica a Haider. La forma en que se difama y se ejecuta a la gente es algo nunca visto. Éste ya no es mi partido", lamentó Susanne Riess-Passer, la ex presidenta del FPÖ, sin tener en cuenta que este tipo de ritual de depuración existe desde que se impuso el estilo autoritario de Haider. A pesar de ser la figura central del flanco moderado, considerado ahora rebelde, la ex devota seguidora del líder no está incluida en la lista negra , sino que el partido le daría la "bienvenida", según declaró Herbert Haupt, su sucesor en la presidencia del FPÖ.
Entre los excluidos figuran desde el jefe del grupo parlamentario, Peter Westenthaler, hasta el apuesto ministro de Finanzas, Karl Heinz-Grasser, que ya durante la campaña electoral se pasó al bando del conservador Wolfgang Schüssel y contribuyó con su carisma a la histórica victoria del Partido Popular (ÖVP), que alcanzó más del 42 %.
Desde esta cómoda posición el ÖVP puede formar mayoría absoluta en alianza con cualquiera de los otros tres partidos, pero hasta el momento únicamente la ultraderecha se ha mostrado accesible al pacto. Una alianza con los conservadores sería "una ilusión", según dijo el dirigente de Los Verdes, Alexander van der Bellen al asegurar que prefiere permanecer en la oposición.
Una coalición con el Partido Socialdemócrata (SPÖ) acapararía el 80% de votos parlamentarios y supondría la restauración de la hegemonía bipartidista que ha marcado el panorama político austriaco de los últimos tiempos. A favor de un Gobierno "lo más estable posible, con una mayoría parlamentaria lo más amplia posible" se pronunció el presidente de Austria, Thomas Klestil, al encargar ayer al canciller Schüssel formar el nuevo Gabinete. Klestil se vio en aprietos hace tres años al admitir a regañadientes un Gobierno que incluía a la extrema derecha.
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