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Todos somos Arco Mediterráneo

Defendiendo tanto las potencialidades del Arco Mediterráneo como el control de la creciente hegemonía Madrid, Durán i Lleida, escribía (Voluntad política para el arco mediterráneo, EL PAIS 23-X): "Cataluña necesita y puede convertirse en la gran plataforma logística del sur de Europa... es necesario dotarla de líneas ferroviarias de ancho europeo y hacerlas llegar a los puertos de Barcelona y Tarragona,... duplicar la superficie del puerto de Barcelona y triplicar el espacio destinado a usos logísticos... En definitiva , Cataluña debe ser la plataforma estratégica que comunique los mercados centroeuropeos con todo el Mediterráneo". Desgraciadamente ni una sola referencia a las carencias y proyectos de las regiones que constituyen este trozo de costa.

Para los que, desde el resto de territorios de la antigua Corona de Aragón, crean en una cultura y una historia común y en una integración sociopolítica de estas tierras, frente al papel cada vez mas determinante de Madrid, estas opiniones no pueden ser más desmoralizadoras; el secretario general de la federación de Convergencia i Unió utiliza el gran argumento de las potencialidades del arco mediterráneo en exclusivo beneficio de Cataluña, una identificación abusiva, cuando no hiriente.

No hay que dar bazas a los que están dispuestos a usar el anticatalanismo para cualquier razón inconfesable, pero poco ayudan párrafos tales como: "Hay que tener muy en cuenta la tradicional y progresista vocación europea de Cataluña, de saber que nuestros referentes se encuentran en Francfort, Milán o Ámsterdam y que hemos de terminar ganando para la causa a todos nuestros territorios vecinos, porque también a ellos y a sus ciudadanos les interesa que el arco mediterráneo se convierta en una prospera realidad lo antes posible". No es ser malévolo interpretar que para Duran i Lleida el primer paso es incardinar Cataluña con centroeuropa y luego iremos las demás regiones mediterráneas. Puede ser legítimo pensar así, pero de nuevo nos encontramos con una Barcelona que sólo mira más allá de los Pirineos y se olvida de lo que ocurre al Sur del Ebro. Como uno ha puesto de ejemplo muchas veces, el gran objetivo de Barcelona es la conexión ferroviaria con los Pirineos, aunque se mantenga un tramo Tarragona-Castellón de segunda división, y todo ello cuando las cifras indican que los intercambios entre catalanes y valencianos son cada vez más importantes.

La falta de sensibilidad de Cataluña por el Sur del eje mediterráneo parece que supera incluso el ámbito de competencias entre puertos. En temas culturales, comentaba recientemente La Vanguardia, la ruptura entre Valencia y Barcelona se esta consumando. Barcelona estaría dando la espalda a Valencia y la culpa no solo habría que adjudicarla a la plaga anticatalanista sufrida en los sesenta y setenta.

La causa, decía Enric Soria "es lógica", pero no lo es tanto "que, en una situación de normalidad, como la de ahora, no haya una fuerte vinculación entre Barcelona y Valencia". Por su parte, el editor Vicent Olmos añadía: "No se trata tanto de que haya perdido su hegemonía en el ámbito de la cultura catalana; es que ha desperdiciado su oportunidad". La opinión de Olmos la compartían, con matices y con diferentes diagnósticos, los representantes de la cultura valenciana consultados por el diario catalán. Nadie discute la importancia nuclear de Cataluña en la consolidación del Arco Mediterráneo, pero si esta operación no se hace con una visión mucho mas amplia que la que se está dando, a nadie debe extrañarle que en la Comunidad Valenciana se vayan imponiendo los que hablan de mirar más hacía Madrid.

Gregorio Martín es director del Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia.

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