No se ajusta a la verdad
Confieso, para empezar, que suele agradarme el estilo (des) enfadado de la columna trasera de EL PAÍS. Aunque algunas veces la presión de la rutina le haga caer en inexactitudes o arruine su ordinaria frescura. Algo de eso le ha pasado seguramente a la del viernes 22 de noviembre, firmada por don Juan José Millás, titulada FAES. La alusión de la que soy objeto en ella no se ajusta a la verdad. Todo por no consultar el diccionario, como se recomienda a cualquier principiante en cualquier taller literario, pues "expeler" equivale a "expulsar" (DRAE, 22ª edición) y yo no he sido expulsado del PSOE como él sugiere.
Para una más completa información, debo puntualizar que según la Ley Orgánica del Defensor del Pueblo (artículo 7º), "la condición de Defensor del Pueblo es incompatible con todo mandato representativo; con todo cargo político o actividad de propaganda política; con la permanencia en el servicio activo de cualquier Administración pública; con la afiliación a un partido político o el desempeño de funciones directivas en un partido político o en un sindicato, asociación o fundación, y con el empleo al servicio de los mismos; con el ejercicio de las carreras judicial y fiscal, y con cualquier actividad profesional, liberal, mercantil o laboral". En consecuencia, al ser designado Defensor del Pueblo por las Cortes Generales con el apoyo del partido socialista, entre otras fuerzas políticas, he debido renunciar tanto a mi acta de diputado socialista por Guipúzcoa, dándome de baja en el PSOE, como a mi calidad de patrón de la Fundación Pablo Iglesias y al ejercicio de la actividad profesional de abogado.
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