_
_
_
_
_
Reportaje:HISTORIAS DEL COMER

Un empate con sabor a victoria

Se ha dicho innumerables veces en tono jocoso que muchos partidos de fútbol que acaban en empate deberían darse por ganados a los dos contendientes o por perdidos a ambos. Lo que resulta irrealizable en el ámbito futbolístico no lo es en una competición culinaria. Algo así ha sucedido en el recién celebrado octavo campeonato de España de jóvenes chefs, uno de los platos fuertes del cuarto congreso Lo Mejor de la Gastronomía, que ha tenido por marco una vez más el Kursaal.

Llegaron a la final tres equipos, formado cada uno por un cocinero y su ayudante, tras la eliminatoria previa de otras siete parejas, todas de alto nivel. Es el caso de la encabezada por el vizcaíno Andoni Arrieta, del Axpe Goikoa de Dima, que, aunque no pasó a la final, convenció con platos como su postre: el pan con chocolate, azúcar, mantequilla semisalada, avellanas y cacao. Tampoco estuvo en la final el madrileño Enrique Valentí, propietario y chef de un nuevo y prometedor restaurante que lleva su apellido en Barcelona, pese a que encandiló su culinaria provocativa.

Pero lo sustancioso fue la final y el empate técnico imposible de solucionar -dicen que hubo mas que palabras en las deliberaciones del jurado- entre Eneko Atxa, segundo de a bordo del Andra Mari de Galdakao, secundado por Igor Aguirre, y la pareja formada por Jordi Cruz y Sergio Pinos, que ofician en el Estany Clar de Cercs (Barcelona) . El tercero en discordia y que, por el ex aequo de sus competidores, quedó subcampeón, fue José Manuel López Iglesias, del equipo del Poblet de Denia, que tuvo una intervención sobresaliente.

El menú ofrecido por Cruz, subcampeón en la anterior edición del certamen, fue brillante y equilibrado, con virguerías como la gamba de Palamós asada con ravioli de cigala, su caldo clarificado y flor de calabacín y, como golosina, la esfera de anís con crujiente de quinoa y diversidad de la mora.

Y la simple lectura del brillante menú de Eneko Atxa e Igor Aguirre pone los dientes largos: marmita de chipirón -que incluía una deliciosa patata souflé rellena de caldo del animal-, bacalao con taco de calabaza, piparras y caldo batido y pollo de caserío con falsos macarrones de puerro rellenos de sus hiladillos al txakoli. De postre, si bien en la fase clasificatoria presentó un chocante fluido caliente de aceitunas con chocolate amargo y copita de cerveza y coco, que resultó muy controvertido, astutamente cambió por otro postre también excelente y más comprensible: un parfait helado de avellanas sobre brownie amargo y toques de piña.

Lo dicho, un empate victorioso.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_