Las elecciones de Austria apuntan al derrumbe de Haider
Los democristianos basan su propaganda en los desastres de Schröder en Alemania
Los conservadores austriacos blanden el espantajo del Gobierno rojiverde en Alemania y sus catastróficos resultados para evitar que una coalición similar les arrebate el poder en las elecciones de mañana. Socialdemócratas (SPÖ) y Verdes empatan en los sondeos con los populares (ÖVP) y los ultras del FPÖ de Jörg Haider, lo que convierte los comicios en los más impredecibles de la historia autriaca. Todo apunta a que el apoyo a Haider se ha desvanecido.
El canciller alemán socialdemócrata Gerhard Schröder disfruta de un lugar destacado en la campaña. En los carteles electorales del conservador ÖVP, Schröder advierte, puro habano en la boca y gemelos caros en los puños: "Estoy convencido de que los compañeros de Austria seguirán nuestro ejemplo", una frase que pronunció el mes pasado. A continuación, un resumen de los aumentos de impuestos aprobados en Berlín en los últimos días.
La imagen resulta espectacular y el efecto, devastador, según todos los observadores consultados. Consciente del daño, el candidato socialdemócrata, Alfred Gusenbauer (SPÖ), renunció a que el canciller alemán acudiese anoche al cierre de campaña de sus correligionarios austriacos.
Logren o no socialdemócratas y verdes desalojar del Ejecutivo a populares y ultras, el hundimiento de Haider se presenta como el fenómeno más destacado. De confirmarse que el FPÖ pasa del 26% logrado en 1999 al 11% que le otorgan las encuestas, se pondría punto final a tres años de excepción y al susto de Europa, que había asumido que liberalismo y Estado de bienestar iban de la mano y que en un país con una edad de jubilación legal de 61,5 años y una pensión media de casi 1.000 euros no podía florecer la extrema derecha. Luego, claro, vino Le Pen en Francia y Pym Fortuyn en Holanda y todo el mundo se olvidó de Austria.
Pero antes hay que votar. David Pfarrhofer, director de Market, una empresa de sondeos, cuenta con que al menos dos millones de personas (de un cuerpo electoral de sólo seis millones) cambiará de partido mañana. Muchos de ellos son antiguos votantes de Haider, enfurruñados tras la decisión del líder de provocar la crisis de gobierno que ha llevado a estas elecciones anticipadas y por la moderación de los ministros ultras en el Ejecutivo. "Muchos votantes del FPÖ no encuentran a quién entregar su voto de protesta", afirma Pfarrhofer.
Muchos se quedarán en casa, pero otros se pasarán a la socialdemocracia (SPÖ), por increíble que parezca, y la mayoría optará por los conservadores. Sólo así se explica que casi todos los partidos suban en intención de voto: los conservadores del ÖVP, con el jefe del Gobierno, Wolfgang Schüssel, a la cabeza: del 26,9% al 39%; los socialdemócratas: del 33% al 39%; los Verdes pasan del 7,4% al 9%. Sólo los extremistas del FPÖ de Haider caen en los sondeos del espectacular 27% de hace tres años al 11%.
Tras el escándalo internacional que supuso hace tres años la entrada de la ultraderecha en el Gobierno y las sanciones de la Unión Europea, retiradas a los seis meses, el interés por lo que sucedía en Austria decayó. Pero en estos tres años se ha producido una fuerte deriva a la derecha bajo el Gobierno de conservadores y ultras, así como en el conjunto de la sociedad austriaca, según explica Hans Reicher, analista político en Der Standard: intentos de domesticar a los medios de comunicación, a los artistas e intelectuales más desobedientes, uso de la jerga nazi y antisemita por parte de políticos importantes, y la escalada, especialmente en el Ministerio de Justicia, de funcionarios cercanos a la ultraderecha.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.