El jugador número 12 o 13
Como los años bisiestos y los monzones, los encuentros de fútbol entre el Barcelona y el Madrid son inevitables, llegan cuando les toca y hay que tomar partido. En esta ocasión, la perversa clasificación del Barça en la Liga española contrasta con la excelente alcanzada en la Liga de Campeones, a costa eso sí, de figurar en el grupo potencialmente más flojo. Después de la dura constatación de que Joan Gaspart sigue siendo presidente del Barcelona y Van Gaal entrenador, los seguidores del Barça se dividen en dos: los responsables de que Joan Gaspart sea presidente y Van Gaal entrenador y los que no son del Opus Dei, perdieron la guerra civil en 1939 y todas las guerras civiles sucesivas, que, como suele suceder con este tipo de guerras, siempre las ganan los mismos.
Si el Barcelona pierde con el Madrid el sábado 23 de noviembre de 2002 quedarán en entredicho las estadísticas y el equipo estará más cerca del descenso a Segunda División que de figurar entre los cuatro potenciales concurrentes a la próxima Liga de Campeones. Dada la imposibilidad, comprobada, de que Van Gaal se coma su libreta en un rapto de desesperación o de sinceridad, de momento el entrenador ha reclamado el concurso de la sociedad civil para que se convierta en el jugador número 12 o número 13, según sea la actuación del árbitro, el más predispuesto a ocupar el número 12. Se pide que los socios y el entorno barcelonista de Cataluña se conviertan en un factor de presión que paralice a Figo e inocule un ataque de gastroenteritis a Ronaldo.
Las esperanzas suscitadas por la gordura de Ronaldo se han esfumado un tanto después de los dos goles que el jugador marcó en la selección brasileña y en los tres o cuatro días que han seguido a este partido Ronaldo puede haber rebajado dos o tres kilos más si ha utilizado suficiente perejil en sus dietas. El perejil, está comprobado, es diurético.
Sería lamentable que después de cuanto se ha escrito y dicho, el Madrid ganara al Barcelona por dos a cero, goles de Ronaldo y Figo. Lamentable e imposible. El Barça no puede perder este partido contra el Madrid, precisamente éste, porque está en juego una vez más la supervivencia del ecosistema azulgrana. Imaginemos que el equipo no gana la Liga española y tampoco la europea, no se clasifica ni para el torneo de la UEFA y, además, pierde con el Madrid en el Camp Nou. Desde la victoria de los Borbones en 1714, Cataluña no habría vivido catástrofe emocional semejante y por eso el público está obligado a pasar por encima del cadáver de las no verdades de Gaspart y de la maldita libreta de Van Gaal para convertirse en el jugador más decisivo, en atmósfera asfixiante que deje al Madrid en la UVI, sometido a la más estricta respiración asistida.
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