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Reportaje:ARQUITECTURA

Los confines de la caja

A primera vista, Juan Carlos es gris y Sol, como su nombre, luminosa. Pero esa impresión inicial se matiza enseguida. Los gestos elocuentes de Juan Carlos colorean su figura; y el timbre sosegado de la voz de Sol atenúa ligeramente el brillo de la suya. Nacidos respectivamente en San Sebastián y Madrid, y ambos en 1958, se titularon en la Escuela de Arquitectura de Madrid, a la que Juan Carlos continúa vinculado como profesor de Proyectos, mientras Sol imparte clases en una universidad privada. A punto de cumplir dos décadas de ejercicio profesional en las que han construido un puñado de edificios de pequeña y mediana escala, el ritmo de su pequeño estudio de la calle de Ríos Rosas se ha acelerado para afrontar las demandas de unos clientes muy singulares: los que les han otorgado el primer premio en el concurso internacional convocado para remodelar el barrio de Doulun en Shanghai, un proyecto realizado con un antiguo colaborador, Antón García-Abril. Y este año de aniversario significativo y buenas noticias, Sancho y Madridejos han visto también sus trabajos publicados en una monografía subtitulada: Suite en tres movimientos.

Más allá de referencias y referentes arquitectónicos, la obra de Chillida también alimenta el trabajo de Sancho y Madridejos

"En cierto modo está pensado como el resumen de una época", responde Sol a la pregunta de si el libro es el colofón de una etapa. "Hace diez años nos hicieron otra monografía de una colección que se titulaba Arquitecturas de Autor. Aquello sí que fue otra época, y esta publicación recoge lo que hemos hecho desde entonces hasta ahora". Y puntualiza: "Realmente creo que estamos ya en otro momento, trabajando en otra escala". Juan Carlos, que se había recostado en el respaldo de su silla, se incorpora para contestar. "Para mí no es exactamente eso; se trata más bien de una mirada hacia atrás; como cuando estás caminando y vuelves la cabeza sin pararte". Y es verdad que su trayectoria no ha tenido cambios bruscos de rumbo. "Pero preparar la monografía", dice Sol, "nos ha venido bien para analizar lo hecho hasta ahora".

Como en toda recopilación que se precie, hay un texto introductorio firmado por un crítico. Ellos han elegido al francés Charles Poisay, que los conoce desde hace tiempo, está familiarizado con la arquitectura española y puede aportar una visión desde fuera. Después, a lo largo de la conversación, se hace patente que Sancho y Madridejos están tan interesados en saber qué ocurre a su alrededor o qué se piensa de ellos como en contar sus propias ideas o impresiones acerca de las cosas; algunas opiniones del crítico -como es habitual en este tipo de publicaciones, extremadamente elogiosas- no las suscriben, o más bien carecen de importancia. Sí se sienten identificados en cambio con la parte del comentario que ensarta su obra en una manera española de entender la arquitectura moderna, cuyos referentes pueden ser tan dispares como Sáenz de Oíza y Alejandro de la Sota. Recuerdan que el primero les dio clases, pero están de acuerdo una vez más en que su mejor profesor fue Moneo. "Fue el primero que nos habló de pintura -de Braque o De Stijl, del cubismo o el neoplasticismo- y la relacionó con la arquitectura. Entonces no te enterabas del todo, pero con los maestros sucede a veces que no te das cuenta a primera vista de que lo son", dice Juan Carlos. Y Sol añade: "Desde fuera llama la atención esa relación tan estrecha que hay en España entre formación y profesión. Quizá esa continuidad, que no homogeneidad, generacional de la arquitectura española tenga su caldo de cultivo en las escuelas. Nosotros nos sentimos parte de una generación en el sentido de que hay muchos compañeros de nuestra edad cuyo trabajo valoramos; unos son más amigos que otros, cada uno tiene su forma de ver las cosas y va a su ritmo, pero todos nos conocemos desde la escuela. Eso hace que no te sientas solo".

Más allá de referencias y refe-

rentes arquitectónicos, la obra de Chillida también alimenta el trabajo de Sancho y Madridejos, que ellos han decidido contar en la monografía como una composición musicalmente dividida en tres movimientos, "vacío", "tono" y "pliegue", que se materializan a partir de cajas: cajas con huecos luminosos, como en el polideportivo de San Sebastián de los Reyes; cajas que se tensionan hacia fuera o hacia dentro, como en el aulario médico de La Arrixaca (en colaboración con Alonso y Hernández); o cajas con aristas vertiginosamente oblicuas, como en la capilla de Almadén, una obra que tendrá su continuidad en otra iglesia madrileña. "Cuando en una clase con 150 alumnos preguntas, ¿qué es el vacío?", cuenta Juan Carlos, "obtienes 150 respuestas: vacío es nada, es espacio, es un hueco...". "Conocimos a Chillida personalmente, y para él el vacío era algo que no existía conceptualmente sin la masa. Buscaba el equilibrio entre ambas cosas, y además se interesó en cómo cada material se enfrenta al vacío. En las lurras los vacíos son como cuchillos; el hierro, en cambio, abraza el vacío; y el alabastro queda perforado... Lo que tienen en común nuestros proyectos, aunque los hayamos dividido en tres epígrafes, es que intentan construir el espacio". Entre el pragmatismo escultórico de los prismas y la lírica calculada de los pliegues, Juan Carlos Sancho y Sol Madridejos continuarán adentrándose en los confines de la caja.

El ex futbolista Manolo Sanchís, para quien diseñaron la capilla de Almadén, además de la casa y un pabellón de caza en la misma finca manchega, ha sido hasta ahora su único cliente privado y hace mucho tiempo que se convirtió en su amigo. Juan Carlos habla de él con cariñosa devoción: "Hemos aprendido mucho de Sanchís, y no sólo de fútbol. Es alguien muy lúcido y discreto, consciente de que el brillo de la fama es fugaz. Si eres menos visible acabas durando más, y eso también vale para la arquitectura". El fotógrafo japonés Hisao Suzuki, retratista de todas sus obras, es también un interlocutor cercano a la pareja. "Algunos de los comentarios más sorprendentes acerca de nuestros edificios los ha hecho Suzuki; una vez iba a sacar una foto y dijo: 'No, desde aquí no; tengo que irme más atrás porque el espacio me empuja". La frase se refiere sin duda a cierta cualidad dinámica de la arquitectura de Sancho y Madridejos que no siempre transmiten las imágenes congeladas de sus edificios, pero que es fácil y grato percibir desde la experiencia directa.

Una aventura china

A PUNTO de comenzar la obras del Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, la invitación a participar en el concurso de Doulun, en Shanghai, les llegó a Sancho y Madridejos porque habían formado parte de una selección de la editorial Taschen de "40 obras de arquitectos menores de 40 años". El proyecto comprende un millón de metros cuadrados, y pretende ser uno de los referentes culturales de Asia. "Los chinos quieren que Pekín sea su centro político, Hong Kong su centro comercial y Shanghai su centro cultural". Doulun era en los años treinta un barrio de artistas "y se trata de devolverle el esplendor que tuvo. Como se desarrollará por fases, lo primero en tomar forma definitiva ha sido el Art Forum, un edificio de 480 metros dividido en cuatro tramos de 120 metros (que se orientan según la trama urbana), uno de los cuales es una torre que albergará un museo del kanji (escritura china). "Allí", concluye Sol, "la arquitectura no forma parte de la tradición cultural en la misma medida que en Occidente; la poesía o el dibujo son formas de expresión artística mucho más excelsas". A. G.-H.

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