El cuidado del 80% de los ancianos minusválidos recae sobre las familias

El 9,8% de los catalanes sufre alguna discapacidad sensorial, motriz o de relación con los demás. Esta cifra es consecuencia del sobreenvejecimiento, accidentes o enfermedades crónicas asociadas a la vida urbana. Sólo en el 1,8% de la población la discapacidad es tan grave que precisa el cuidado de familiares o profesionales.

La búsqueda de políticas y programas para afrontar este problema es uno de los objetivos del Foro 2002 de Innovación en la Atención de la Dependencia, que hoy se clausura en Sitges. La encuesta de salud elaborada en 1999 por el Departamento de Sanidad puso de manifiesto que las dependencias se incrementan notablemente entre los mayores de 85 años. La dependencia es una forma de discapacidad permanente que comporta limitaciones en actividades básicas como comer, vestirse, lavarse o desplazarse.

La atención a las personas dependientes recae en la familia en el 80% de los casos, y las mujeres son quienes suelen cuidar al discapacitado. Éste es el modelo más extendido en los países de Europa meridional, donde la mayoría de ancianos prefiere seguir viviendo con su familia. Sin embargo, la creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral y el constante incremento de la esperanza de vida comportan que las familias puedan atender cada vez menos las necesidades de sus discapacitados.

El foro ha reunido a más de 600 profesionales, investigadores y afectados para debatir la financiación y los modelos de asistencia. Los aspectos que más preocupan a los especialistas son la falta de plazas residenciales para ancianos con minusvalías y para enfermos mentales, la necesidad de aumentar los programas de atención domiciliaria y de facilitar ayudas económicas a las familias que tengan discapacitados a su cargo.