Las diversiones de Enzensberger
El escritor alemán habla de una de sus grandes pasiones: la relación que existe entre la poesía y la ciencia
Hay dos palabras que a Hans Magnus Enzensberger (Kaufbeuren, Baviera, 1929) no le gustan nada: aburrimiento y repetición, aunque ayer durante una conferencia de prensa en el Círculo de Bellas Artes, tras la clausura de la Semana de las Letras Alemanas, las citó
en varias ocasiones. Él no tiene tiempo de aburrirse, las ideas y los proyectos le bullen sin parar y como no le gustan las repeticiones se ha lanzado a diseñar divertidos inventos que harían palidecer de envidia al profesor Franz de Copenhague, el popular personaje del TBO. Ha inventado, por ejemplo, una máquina para producir poesía. "Son cosas que no se pueden representar en un libro, porque son tridimensionales". Otro invento que está en fase de proyecto es una especie de acuario de poesía. "Es como una fuente: una gran superficie de cristal inclinado en plano oblicuo, por la que se desliza agua. Sobre esta superficie se proyectan textos y las líneas se escurren por detrás del agua. Puedes leerlos, pero todo se diluye, el texto nada. Cada día se ofrecerá un texto distinto, aunque quizá se repita alguno una vez al mes. Como en las películas, al final se darán los títulos de crédito. Naturalmente, los textos serán sobre el agua".
"Quizá los poetas seamos una minoría, pero las minorías son muy resistentes"
"Una de las cosas buenas del oficio de escritor es que no te pueden jubilar. En los grandes consorcios cuando cumples 65 años te echan; en cambio, si eres escritor, puedes seguir mientras estés vivo". Aunque dijo que no es correcto hablar de cosas que aún no existen, el autor alemán habló de varios de sus proyectos. Está preparando un nuevo libro de poesía, cuya traducción al español es La historia de las nubes, que se publicará en Alemania la próxima primavera. "En España me siento muy privilegiado, me miman mucho: traducen todo lo que publico".
Enzensberger tiene también en mente un libreto de ópera, un guión y colabora en un juego de ordenador interactivo que se está realizando a partir de El diablo de los números (Siruela), un libro que escribió pensando en su hija y que se ha convertido en un éxito de ventas. En Alemania se vendió un millón de ejemplares y en España ha superado los 120.000.
El escritor, que se deshizo en elogios del Círculo de Bellas Artes ("es una institución única, no creo que haya en ninguna ciudad del mundo una casa como ésta"), habló largo y tendido de la ciencia, una de sus grandes pasiones. "La ciencia ha sustituido a la metafísica. Preguntas tan antiguas como ¿qué es la materia? se las habían planteado los filósofos Aristóteles, Heráclito o Parménides. Hoy se abordan en los grandes laboratorios. Es emocionante".
"La física está ya muy avanzada pero la biología es joven y está en plena efervescencia. La biología y la biotecnología han sustituido a las utopías políticas. Nos prometen que superarán todas las enfermedades y nos ofrecen capacidades hasta el infinito. Al lado de los científicos, los políticos tienen un papel muy modesto".
La separación radical entre ciencia y literatura que había en el siglo XIX ya no existe, afirmó. "Los jóvenes tienen otros horizontes. Una parte de la intuición literaria ha ido migrando hacia la ciencia. Los científicos inventan nuevos conceptos del mundo, grandes metáforas como los agujeros negros. El físico que se inventó el quark, ese tipo de partículas elementales, ¿de dónde sacó el nombre? Pues de una palabra de Finnegans wake, de Joyce. No es inteligente por parte de los poetas distanciarse de los principios científicos. Es bueno que unos y otros se miren".
Enzensberger acaba de publicar en España Los elixires de la ciencia (Anagrama), que reúne poemas de todos sus libros de poesía e inéditos, y ensayos, desde 'El evangelio digital' a 'La catedral subterránea. Aproximaciones a un santuario de la física' o 'Conjeturas sobre la turbulencia'. Muy interesante para comprender la relación que Enzensberger establece entre ciencia y poesía es el último capítulo: 'La poesía de la ciencia'. No se pierdan tampoco el poema que dedica a Darwin.
El escritor no se siente nada pesimista respecto al futuro de la poesía. "Nunca dio dinero y eso no está nada mal porque inmuniza frente a la industria editorial. Quizá los poetas seamos una minoría, pero las minorías son muy resistentes y es muy difícil liquidarlas. Los que escribimos poesía lo hacemos por unas razones que los contables no pueden comprender", respondió a la pregunta de por qué cada vez hay menos lectores de poesía.
Sobre su relación con los escritores jóvenes, dijo que no se fija en la edad sino en la calidad. "Además, la mayor parte de los buenos escritores están muertos". "Hace algunos años se pusieron de moda en Alemania los escritores cuanto más jóvenes mejor. Las editoriales especulaban con ellos. Ahora han descubierto que no había para tanto. No es bueno para los escritores que la tradición les resulte sólo una carga. En este sentido, no estoy a favor de la originalidad absoluta".
Tampoco se mostró muy partidario de las generaciones. "Quizá puedan relacionarse con la experiencia histórica: los que vivieron la II Guerra Mundial, por ejemplo; pero biológicamente, las generaciones son cada vez más breves y cortas y en ellas hay algo de marketing". Se pronunció radicalmente en contra de la nostalgia de cualquier tiempo pasado. "Existe la tentación de ejercer de veterano, eso de que éramos fantásticos y geniales. Si hay algo que detesto es el veteranismo entre comillas".
Antes de su intervención, Wolfgang Bader, director del Instituto Goethe de Madrid, hizo un balance muy positivo de la Semana de las Letras Alemanas celebrada en Madrid y en Barcelona. "Los escritores se han ido muy contentos por el gran interés, la generosidad y la hospitalidad que han suscitado y recibido". Ha funcionado tan bien, que tendrá continuidad, afirmó. "Cada mes y medio organizaremos encuentros para presentar las traducciones de libros alemanes que se publiquen en España".
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