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La solidaridad se aprende viviéndola

El director de Intermón y su esposa muestran en un libro cómo se puede "cambiar el mundo" ayudando al vecino

"Para vivir con solidaridad no hace falta irte de voluntario a una residencia de ancianos: a lo mejor tienes a tu vecino, que está solo", dicen Ignasi Carreras y Marita Osés, autores de Vivir solidariamente: es posible día a día (Planeta), con prólogo de Federico Mayor Zaragoza. Los autores son pareja y padres de dos niños. Carreras es director general de Intermón Oxfam, y Osés, traductora, ha trabajado como voluntaria asistencial y educativa. Él ha escrito capítulos en avión, y ella se ha recluido dos veces en un monasterio para trabajar. El libro no es autobiográfico, pero la ilusión y el realismo de los autores se filtran en las abundantes entrevistas con personas solidarias de todo el mundo y en sus reflexiones sobre cómo "mucha gente sencilla, a pequeñas cosas, acabará cambiando el mundo".

Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 55% de los españoles dona dinero en una emergencia; pero sólo el 33% está en una ONG. "Somos un país de solidaridad emotiva", constata Carreras. "Por eso en un capítulo hemos querido explicar qué ha pasado en El Salvador un año después del terremoto, que el lector sepa qué ocurre con la ayuda de emergencia, y también planteamos que por ejemplo Sudán lleva 40 años en emergencia, sin cobertura informativa, y que para ayudar a ese país sólo cabe la labor de las ONG".

Ambos insisten en la necesidad de una educación en valores. "La primera ONG es la familia. En los hijos podemos fomentar el egoísmo, o la solidaridad", dice Osés. "Hay que hacerles entender qué detrás de ciertas marcas hay una mujer o un crío explotados, y que no podemos contribuir a esa situación. Y en los colegios puede darse la batalla: no diciendo sin más la palabra solidaridad, sino mostrando aplicaciones prácticas".

"El ciudadano, al consumir, debe saber qué hay tras cada producto", expone Carreras. "Así se ha logrado generar una conciencia sobre el café, las alfombras, los balones, las zapatillas. Y no hay que ir sólo a las tiendas de comercio justo: las grandes superficies tienen esos productos, si los compramos habrá más".

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