Mejor en seguridad
La capacidad interior y las nuevas soluciones prácticas potencian la funcionalidad familiar del C8. Pero, igual que sucede con otros monovolúmenes de su tamaño, estas virtudes implican unas medidas voluminosas y un mayor peso que penalizan el comportamiento y hacen que la conducción sea menos gratificante.
El C8 no es la excepción, pero, a diferencia del Evasion, su antecesor, incluye de serie unas ayudas electrónicas a la conducción (control de estabilidad ESP, ABS...) que mejoran la seguridad y son claves en un coche tan familiar.
Estabilidad y confort sin sorpresas
El nuevo Citroën ha crecido en tamaño, pero gracias al uso de materiales ligeros apenas pesa 100 kilos más. En cambio está mejor aislado y tiene un tacto suave y refinado (mandos, suspensión...) que mejoran la comodidad. Así, filtra las irregularidades sin que apenas se noten y permite afrontar viajes largos con un gran confort.
El aumento de peso sólo se acusa en zonas muy viradas: tiene más inercias y es menos manejable. Pero el balanceo lateral no es exagerado y mantiene un comportamiento dinámico correcto, aunque sin la eficacia y agrado de conducción de una buena berlina. Las reacciones son seguras, sobre todo a ritmos tranquilos, pero hay que acostumbrarse al tacto menos progresivo de la dirección de asistencia variable: lenta al empezar a mover el volante y muy sensible después. En cambio, en trazados rápidos y autopista viaja muy bien, absorbe todo con suavidad y ofrece un buen confort. Cuenta con unos dispositivos de seguridad que sacan al conductor de los apuros, y con unos frenos que paran bien e incluyen un buen ABS.
Por lo demás, el tamaño limita la agilidad en ciudad y al aparcar, aunque al menos incluye un sistema de ayuda para las maniobras.
Un turbodiésel apropiado
El C8 monta el motor 2.2 HDi turbodiésel, ahora con 130 CV y filtro FAP, que reduce al mínimo las emisiones. No destaca por su fuerza y nervio, pero tiene un tacto suave y silencioso, es elástico y responde desde 1.500 vueltas hasta por encima de 4.000. Además aporta unas prestaciones satisfactorias, tanto en ciudad como en carretera, aunque cuando viaja cargado exige cambiar a menudo. Afortunadamente lleva las marchas bien escalonadas para sacarle partido y tiene unos consumos moderados, en línea con sus competidores: entre 8 y 9 litros a ritmos tranquilos, y de 11 a 12 en conducción rápida y ciudad.
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