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Al Gore profundiza su giro hacia la izquierda ante las elecciones de 2004

El ex vicepresidente defiende ahora la cobertura sanitaria universal

Enric González

Al Gore calienta motores para las presidenciales de 2004. El ex vicepresidente y su esposa, Tipper, han publicado dos libros sobre los problemas de las familias estadounidenses y aprovechan la gira de promoción para recuperar protagonismo, sin desvelar aún si Gore concurrirá, como se espera, a las primarias demócratas. En entrevistas concedidas a medios estadounidenses, Al Gore parece profundizar en su giro hacia la izquierda y afirma que el sistema sanitario debe reformarse para alcanzar la cobertura de todos los ciudadanos, una idea que dos años atrás él mismo calificaba de 'excesivamente radical'.

En las citadas entrevistas, Al Gore parece profundizar en su giro hacia la izquierda y afirma que el sistema sanitarioebe reformarse para alcanzar la cobertura de todos los ciudadanos, una idea que dos años atrás él mismo calificaba de 'excesivamente radical'. Gore tampoco olvida que fue el candidato más votado de todos los tiempos y, sin embargo, el sistema electoral y el Tribunal Supremo le hicieron perder frente a George W. Bush. 'Aquello fue devastador', dice.

Al Gore sigue considerándose el ganador de las pasadas presidenciales. 'Creo que si se hubieran contado correctamente los votos de todas las personas que en Florida quisieron votar por mí, habría ganado', afirma en una entrevista que publicará mañana domingo The Washington Post. 'Estoy absolutamente disconforme con la decisión final del Tribunal Supremo', añade, 'y con la forma en que los jueces interpretaron y aplicaron la ley. Pero creo en el Estado de derecho y, por tanto, las cosas son como son'.

'Podría haber reaccionado de forma distinta', explica Gore al Post, 'y en lugar de admitir la victoria de Bush, lanzar una campaña de guerrillas para socavar la legitimidad de su mandato y mantener a la gente movilizada a la espera de una revancha. No me faltaron consejos en ese sentido'. El candidato más votado optó, sin embargo, por admitir la decisión del Tribunal Supremo, pese a que sus jueces estaban tan divididos como el país (la decisión se alcanzó por cinco votos contra cuatro), y desaparecer de escena durante muchos meses. 'Me pareció lo mejor para Estados Unidos', indica. En esa decisión pesó su estado de ánimo: 'Necesitaba tiempo para descansar, aquello fue una decepción devastadora, no me resultó nada fácil superarla emocionalmente'.

Casi dos años después, Gore reconoce que hubo fallos en su campaña, que debía haber mostrado menos suficiencia en los debates frente a un candidato tan poco preparado como Bush, que debía 'haber comunicado mejor', y que su fracaso electoral condujo a una tremenda pelea con Bill Clinton. Las relaciones entre el ex presidente y el vicepresidente parecen haber mejorado un poco: 'Ahora somos antiguos compañeros de armas', afirma.

Al Gore tenía previsto reaparecer después del verano de 2001, para criticar la gestión económica de George W. Bush: 'En mi opinión, los planes económicos de la Administración republicana eran catastróficos e iban a crear problemas muy graves'. Pero entonces sucedieron los atentados del 11-S, y Gore suspendió sus planes. 'Perdí las ganas de criticar a Bush, porque me pareció que estaba haciendo un trabajo espléndido después del 11 de septiembre', explica

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