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Columna
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¡España!

Éste parece que va a ser el grito de guerra electoral del PP. Según el señor Aznar, el PP es el único partido que está en posesión del verdadero concepto de lo que es España. Quien no lo comparta, es un 'enemigo de la patria común e indivisible de los españoles'. Y el enemigo principal en estos momentos y al que hay que derrotar, no es otro que el PSOE. Los socialistas, con su acercamiento al nacionalismo vasco -Odón Elorza, Javier Rojo...- o proponer ideas catalanistas de corte nacionalista, como Pasqual Maragall, se están aliando con los enemigos de España, es decir, con los separatistas. Éste es el mensaje simplón, por reduccionista, con que el PP ha iniciado la campaña electoral. La demagogia está servida. Con estos escasos mimbres, pero de eficacia probada, pretende llevar el PP a su terreno partidista a la opinión pública. Mucho me temo que nos van a correr a 'españazos'. Como antaño, como cuando el general africanista regía nuestros destinos. 'Por la gracia de Dios', naturalmente.

Hablemos claro: el mensaje principal del PP va a ser -ya lo está siendo- presentar a los socialistas como los enemigos de España, de la 'España constitucional'. ¿Y quién ha dicho que esa 'España constitucional' hay que aceptarla como un dogma? ¿No se puede, democráticamente, partiendo del marco jurídico que la Constitución y los Estatutos permiten para sus reforma, diseñar y aprobar otra España 'tan constitucional' como la presente? Según los demócratas, si duda. ¿Por qué no? ¿Dónde está el impedimento? No en la Constitución ni en los Estatutos, por supuesto, que tienen establecidos los mecanismos para su reforma. Cualquier demócrata estará de acuerdo con lo que aquí se dice. Quienes padecen un déficit democrático, en absoluto. No sólo no estarán de acuerdo sino que a quienes propongan cualquier reforma en este sentido serán acusados de enemigos. Enemigos, ¿de qué, de quien? ¿De España o del PP? Aznar, con Mayor Oreja y el fiel Arenas se han apoderado del concepto de España. Y, o se está con ellos o con el 'enemigo'. ¡Son unos demócratas! ¡Qué país, Miquelarena!

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