Periodistas y periódicos

Es difícil hoy en día opinar, sin caer en la autocensura o bien ser acusado de poner el punto de mira a la profesión periodística, comentaristas tertulianos, etcétera.

Partiendo de la base de que los que forman parte de las empresas periodísticas en general, son trabajadores, al igual que los de otros ramos: construcción, metal, comercia..., pensamos que en no numerosos casos estos profesionales se ven constreñidos por unos medios de comunicación de carácter eminentemente burgués, por la tendencia del periódico, que son los que marcan tanto las líneas editoriales, como las tendencias de los mismos.

Paralelamente nos hallamos con las agencias de noticias, noticias de las cuales se hacen eco los Medios de comunicación y que se venden como si éstas fueran la única verdad incuestionable.

A nuestro parecer el periodista que en su día se formó en la Universidad, salió de ella con el título y una idea romántica de su profesión. Pero hete ahí que una vez de encontrado trabajo en un medio (prensa, radio, TV, etcétera), por mor de las circunstancias se tuvo que plegar a las exigencias de una empresa, no conviene olvidar que el negocio periodístico es una empresa, que en muchos casos le marcaba hacia dónde tenía que ir orientada determinada información o artículo de opinión.

Ante esta situación, te rebelas o vas a la calle, salvo que teniendo un prestigio puedas mantener contra viento y marea una forma objetiva de información, que hay periodistas que la mantienen.

Cómo poder demostrar que los profesionales de los medios en general están mediatizados por sus grupos o agencias de noticias. Tenemos dos ejemplos recientes. El primero de ellos es la manifestación celebrada en Donostia en el que se utilizaban cifras desde 200.000 personas hasta a algo más de 100.000 asistentes.

El segundo ejemplo, es la satanización de la juez Ruth Alonso, por la puesta en libertad de un preso de ETA, que había cumplido las tres cuartas partes de su condena, y según la legislación le correspondía la libertad.

Nos preguntamos después de relatar esto, ¿dónde está la ética periodística? ¿Por qué no se contrastan las noticias? O acaso no se contrastan y no interesa decir la verdad. Cómo se puede opinar alegremente sobre lo que la juez ha dictaminado, sin conocer las leyes y saber si ha obrado de forma correcta, o que incluso no se crea en la Justicia pero esto último sería cosa de otro debate.

Por qué en los medios no se respeta la presunción de inocencia en todos los casos y no nos referimos sólo al caso de miembros de ETA, sino a ocupas, sindicalistas, emigrantes, etcétera, fiándose del comunicado del funcionario de turno, que evidentemente lo que quiere es justificar su trabajo.

Por último, citamos el Congreso de la CNT de 1919 celebrado en Madrid, donde también se recogen jugosos análisis sobre los medios de comunicación.