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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Redescubrimiento

Lejos el tiempo en que las mujeres escritoras firmaban con nombre masculino su obra literaria para ocultar su vergonzante género femenino, pronto habrá de imponerse una nueva artimaña destinada a falsificar, por distintos motivos y cara al mercado editorial, la condición física de otra clase de autores. Me refiero, ahora, no a los autores nacidos mujeres, sino a los autores (ya sean hombres o mujeres) nacidos a la letra impresa en la edad avanzada. Antaño, el hecho de que una mujer se atreviera a escribir novelas y a publicarlas atentaba contra las buenas costumbres, y, además, se desconfiaba de las bondades del resultado; hoy día, aunque muchos siguen desconfiando de ese resultado pocos son los que se atreven a manifestarlo públicamente. Hoy -y desde ya un tiempo- los motivos de recelo respecto a un escritor son de otra índole. Uno de ellos es la edad. Un ejemplo evidente -y hay más- es el del novelista salmantino Luciano G. Egido, que empezó a publicar su obra narrativa en plena, como se dice, 'edad tardía'; es decir, en plena madurez, y no hay manera de que conste entre los mejores escritores vivos en ejercicio. Se supone que tal injusticia obedece a razones -mejor diríamos sinrazones- de mercado, de imagen y de otras majaderías. Podrán los editores desmentir tal prejuicio, pero me gustaría ver qué ocurriría en caso de que un autor cuarentón, sin obra anteriormente publicada, se presentara en una gran editorial, por muy prestigiosa que sea, con nuevo Ulises bajo el brazo.

LABIOS DESCARNADOS

Juan Iturralde Prólogo de Luis Suñén Viamonte. Madrid, 2002 175 páginas. 16 euros

Dicho prejuicio fue una de las injusticias que pesaron gravemente en la difusión de la obra de Juan Iturralde, nacido con el nombre de José María Pérez Prat, en 1917, y desaparecido en 1999, tras la publicación -en 'edad tardía'- de tres novelas estupendas que, si bien obtuvieron grandes elogios por parte de la crítica, pasaron inadvertidas para el público: El viaje a Atenas y Labios descarnados (editadas en un solo volumen por Carlos Barral, en 1975, ya al final de su aventura editorial) y Días en llamas que, considerada una de las mejores novelas sobre la guerra civil española, vio la primera luz en la Gaya Ciencia, de Rosa Regás, y fue reeditada posteriormente por Ediciones B. La obra de Iturralde, que tuvo un más que reducido número de lectores (eso sí, lectores de la talla de Juan Benet, García Hortelano y Carmen Martín Gaite), además de aparecer cuando su autor contaba con una edad 'comercialmente incorrecta', padeció otros inconvenientes: el más grave, el de la censura. Días en llamas, escrita bajo el franquismo, vivió largos años en un cajón, en espera de tiempos mejores, y El viaje a Atenas (reeditada hace poco por Viamonte, con prólogo de Constantino Bértolo, uno de los valedores de la obra de nuestro autor) tuvo que acomodarse a un escenario político y geográfico que nada tuviera que ver con el español.

También bajo el sello de Viamonte se reedita ahora Labios descarnados, con prólogo de Luis Suñén, una novela corta, cuyo protagonista cree vivir con los días contados debido a una enfermedad cuyo temible diagnóstico pospone hasta el final de un viaje que emprende a Estados Unidos para dictar unas conferencias de literatura, en compañía de su mujer. Novela, pues, sobre la muerte, el protagonista contempla no sólo el final de su existencia sino lo que ha sido su vida, un pasado de frustraciones, culpas y renuncias, pautada por el recuerdo de la guerra civil, pesando en su memoria como una realidad de consecuencias no extinguidas; el abandono de su quehacer como profesor de literatura para dedicarse a una profesión mejor, y un presente familiar cotidianamente correcto pero insuficiente para contrarrestar su insatisfacción. Sin embargo, a diferencia del protagonista de La muerte de Iván Ilich, de Tolstói (novela a la que Labios descarnados está muy emparentada), el de Iturralde, durante la travesía en barco que lo lleva a Nueva York, vive, a raíz de un accidente del que acaba por salvarse, la experiencia de la muerte por anticipado en unas páginas magistralmente escritas. En fin, una novela cuya oportunísima publicación debiera incitar al redescubrimiento de un escritor injustamente olvidado.

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