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Reportaje:

El pulso del asesino

Un congreso debate en Valencia los elementos físicos y mentales involucrados en la violencia

Hay asesinos a los que no les tiembla el pulso a la hora de matar. Ni aumentan sus pulsaciones cuando asestan las puñaladas a sus víctimas, ni sienten la sequedad de boca o la sudoración característica ligada a las situaciones de tensión cuando cometen sus actos. Son, como los definió el coordinador del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, José Sanmartín, los asesinos fríos. Se trata de personas ni más ni menos listas que la media, pero sin emociones y detrás de las cuales 'hay una causa biológica clara' para explicar su comportamiento. En el otro extremo se encuentran los asesinos afectivos o pasionales, que matan presas de un impulso emocional irrefrenable. 'Personas normales sometidas a una tensión tal que son incapaces de controlarse y estallan' y que, atrapados en el estrés emocional, pueden llegar a perder la conciencia.

Un aspecto abordado es la posible influencia del éxtasis en las conductas violentas
Los atentados suicidas están fuertemente mediatizados por las presiones de grupo

Sanmartín aludió a estos casos en la jornada inaugural del sexto encuentro internacional que el Centro Reina Sofía organiza en Valencia, y que bajo el título Violencia, mente y cerebro, recorre las relaciones existentes entre estos tres elementos y las influencias ambientales que intervienen en los comportamientos agresivos.

Uno de los aspectos abordados ayer es la posible influencia del éxtasis en los comportamientos violentos. George Ricaurte, neurólogo de la universidad de John s Hopkins de Baltimore, señaló que basta una única pastilla de esa droga sintética y no necesariamente una sobredosis para provocar un daño en los terminales de la células de serotonina, un neurotransmisor que, aunque se desconoce con detalle su función, sí se sabe que está relacionado con el control de impulsos y las tendencias agresivas. Ricaurte apoyó esta afirmación con los experimentos realizados con primates, en los que tras administrar dosis equivalentes a las que consumen las personas, estos animales perdían entre el 20% y el 30% de los terminales nerviosos que produce el neurotransmisor. Además, aludió a una simulación en animales del consumo repetido una misma noche, en la que los simios presentaron, además de las conocidas lesiones en la producción de serotonina, otras 'severas' entre el 70% y 80% de los terminales productores de dopamina, otro neurotransmisor cuya deficiencia se relaciona con el Parkinson.

Los atentados suicidas de algunos grupos terroristas fueron otro de los aspectos tratados. El profesor de psicología de la Universidad de Tel-Aviv Ariel Merari subrayó que estos atentados no constituyen 'un problema individual' sino de la organización que los fomenta. Además, comentó, son acciones que están en las antípodas de los comportamientos suicidas convencionales y que, al margen del carácter más o menos violento de sus protagonistas, están fuertemente mediatizados por las presiones de grupo y del entorno en el que se mueven

En la jornada de ayer hubo también un hueco para abordar el aumento de robos y delitos en la Comunidad Valenciana, una situación 'que es una realidad' según admitió Sanmartín y a la que pidió que se haga frente con medidas que van desde el replanteamiento del tipo de socialización de los jóvenes y adolescentes hasta la mejora de políticas laborales y de vivienda por parte de las administraciones.

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