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Reportaje:

'Cogí a mi niña: estaba muerta'

La acusada rompió a llorar durante el interrogatorio del fiscal

El dolor la inundó y se sentó en el suelo. No podía caminar, todo era dolor y desvarío y se recostó junto a unos arbustos del Retiro. Sabía que iba a tener el bebé, se bajó los pantalones hasta las rodillas y trató de hacer fuerza, pero apenas pudo. El bebé nacía, y se le nublaron los ojos. 'Lo vi todo negro', dijo ayer Felicitas Melva en el juicio. Quizás fue un modo de decir que todo estaba negro para ella, además de describir su desfallecimiento. Su vida negra. El futuro de su niña recién nacida también negro. Cuando abrió los ojos, 'cuando desperté de lo negro', aseguró ayer, su hija estaba en el suelo, ensangrentada. 'Era pura sangre. La cogí en brazos y la niña no lloraba ni respiraba', relató. Según los forenses, murió desangrada al desgarrarle la madre el cordón umbilical, pero Melva no aclaró ayer este extremo. El jurado y el juez valorarán en los próximos días si esa muerte fue o no accidental y en qué medida influyó en el parto la desesperación de esta inmigrante clandestina que ocultó su embarazo durante toda la gestación. 'La niña estaba muerta y yo no sabía qué hacer con mi hija muerta. Había pájaros alrededor y la envolví en unas bolsas para que no la picaran'. Desesperada, se dirigió a Don Ramón de la Cruz, donde vivía. Tan malherida que sus compañeras la llevaron al hospital.

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Menuda de estatura y ancha de espaldas, Melva lloró al revivir la mañana del 11 de noviembre de 2000 en la que tuvo que abandonar el metro de Diego de León mareada. Había entrado serena a la sala, pero su rostro se contrajo cuando el fiscal subrayó que la niña nació viva y su voz se quebró en sollozos durante el interrogatorio.

El 11 de noviembre, recordó, se confundió en la salida del metro, se puso a andar y cuando se dio cuenta estaba ya frente al Retiro. Ahí arreció el dolor, se vio de parto, quiso cruzar hacia la iglesia de cúpula blanca -probablemente San Manuel y San Benito- que se divisaba desde el parque a pedir ayuda y no pudo. Dio a luz sola en 'una mañana muy fría'. No se le ocurrió ir al hospital, 'porque no tenía dinero'. A nadie confió su secreto en España. Tenía demasiado miedo a que la expulsaran. Su objetivo era huir: no tenía claro qué hacer con su bebé una vez que naciera; tampoco supo qué hacer después con la niña muerta, aunque ayer insistió en que pensaba volver al Retiro a buscarla.

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