Greenspan intenta salvar la recuperación
Washington, Reserva Federal, dos y doce minutos de la tarde. La reunión del Comité de Mercados Abiertos ha terminado. Alan Greenspan pide a su secretaria que le ponga con el presidente del Banco Central Europeo. Son las ocho y diez en Francfort. Wim Duisenberg está al aparato.
-Wim, soy Alan. Hemos bajado medio punto los tipos de corto plazo. Los fondos federales se quedan en 1,25%.
-Así que por fin. Pero el mercado esperaba un cuartito, Alan. ¡Cómo eres!
-Es que, Dios nos ayude, entre la guerra que prepara Bush y la recuperación que se nos ha gripado, un cuartito era simbólico. Lo hemos hecho por nosotros, pero también por ti. Ya sabes, hoy por ti, mañana por mí.
-Alan, no sé yo... Aunque no creas, razones sobran. Alemania sigue el camino de Japón. Es la deflación... Vamos a ver, pero no te prometo nada.
Este diálogo es fruto de la imaginación. Cualquier parecido con la realidad sería pura coincidencia. Pero, atención, el viernes 27 de septiembre, los presidentes de bancos centrales del grupo de los Siete analizaron en Washington la posibilidad de adoptar medidas de emergencia si la recuperación se gripaba. Fue el ministro italiano Giulio Tremonti quien lo confesó a un grupo de periodistas. 'Hemos empezado a avanzar por ese camino. Esto ha sido lo más importante de la reuníón', dijo Tremonti.
Hoy, Wim Duisenberg tiene la palabra. Ayer, sobre las nueve de la mañana, antes de comenzar el programa La mirada crítica, en Telecinco, Rodrigo Rato apostaba fuerte a que Greenspan bajaba los tipos. Sin embargo, era más escéptico, para decirlo suavemente, respecto a que Duisenberg siguiera los pasos hoy.Alan Greenspan redujo los tipos de interés en 11 ocasiones durante 2001 para amortiguar la recesión de la economía norteamericana y facilitar su recuperación. El 11 de diciembre de 2001 dejó los tipos en el 1,75% y esperó los efectos. El consumo hizo su trabajo incluso cuando la Bolsa cayó espectacularmente: 7 billones de dólares de pérdidas han supuesto en términos de PIB, las peores de toda la historia, incluyendo el crash de 1929.
En septiembre pasado, el consumo comenzó a dar síntomas de agotamiento. El 24 de septiembre, los 12 miembros del Comité de Mercados Abiertos de la Reserva Federal debatieron la situación. Greenspan propuso esperar y guardar cartuchos. De los 11 miembros restantes, le apoyaron nueve. Dos -Edward Gramlich y Robert McTeer, Jr.- votaron por una reducción. La unanimidad, pues, se rompió.
A los datos de contracción de la industria en agosto y septiembre se sumaron en octubre la caída en picado de los índices de confianza de los consumidores. Comenzó a flexionar, por primera vez en años, la solicitud de nuevas hipotecas que venía sosteniendo el consumo mientras la Bolsa caía. La destrucción de puestos de trabajo en la industria, difundidos hace pocos días arrojaban una media mensual de 46.000 desde el mes de agosto.
El recorte de tipos tiene reales unos seis meses desde que se aplica. La conclusión, pues, es doble: Greenspan y su equipo se retrasaron en su día al iniciar la reducción y, además, se han quedado cortos. Se entiende, pues, por qué recortaron ayer y por qué, además, han rebanado los tipos en medio punto porcentual.
Hoy el gran actor es un europeo: Wim Duisenberg. O pequeño, quién sabe.
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