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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Basura artística y Torremolinos

He leído una respuesta del original alcalde de Torremolinos con respecto al recién inaugurado 'monumento al turista', en donde pretende justificar el aluvión de críticas negativas a tal adefesio público. En principio, nada que objetar porque todo el mundo es libre de emplear argumentos defensivos acordes con su mentalidad.

Pero hay un concepto esgrimido por él a nivel artístico que convendría dejar muy claro. Una cosa es tener preferencia por los diferentes estilos artísticos que han existido en diferentes épocas y civilizaciones, y otra cosa muy diferente es tener derecho a llenar de kitsch y de pastiches, o lo que es lo mismo, de cursilería, basura artística o de bodrios, nuestro pueblo.

Una cosa es hablar de arte barroco, neoclásico o contemporáneo, y otra muy diferente es ser promotor de monumentos públicos cutres. La larga y deprimente lista que comenzó este alcalde del PP con el pseudo auditorio de fachada rociera, la multiplicación de fuentes prefabricadas multicolores y tala de árboles centenarios sustituidos por 'fuentecitas de puticlub', fue consumado con el cambio de lugar del quiosco de la música que, con la misma techumbre hexagonal, fue desmochado en su planta para atender 'no precisamente intereses públicos'.

Y todo esto sin contar con la construcción de un tanatorio en el mismo centro del casco de población y la imposibilidad de acceder públicamente al único monumento histórico de Torremolinos, como es la Torre de Pimentel, hoy incluida en un restaurante privado y tapada definitivamente su vista por un complejo turístico que 'tampoco es de interés público'.

Podríamos admitir y comprender las limitaciones artísticas y culturales de una persona pública determinada pero no entenderemos jamás que todo un colectivo de ediles municipales sin excepción, presencien impasibles y reafirmando con su silencio, el progresivo deterioro de la antigua imagen pública de nuestro pueblo que, aunque más o menos pueblerina, estaba limpia de bodrios y cursilerías de mal gusto.

Como le han recordado a don Pedro muy recientemente, personalidades del mundo de las artes, los espacios públicos urbanos y su ornamentación, no son propiedad privada del alcalde sino patrimonio del pueblo, y como tal, deben ser consultados y oídos los profesionales y expertos en la materia. Una cosa es el poder a través de la política y los votos, y otra muy diferente, la cultura de nuestros gobernantes de turno.

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