El mitin de Bertín
Ayer, en Día a día, Bertín Osborne dio un mitin sobre el contaminado clima televisivo. Eligió Tele 5 en lugar de la cadena con la que suele trabajar, Antena 3, para que nadie dude de la sinceridad de su discurso. En el país de los ciegos, María Teresa Campos es la reina de la credibilidad, debió de pensar. El caso es que una de las expulsadas de Gran Hermano 4, Sonia, anda explotando la ambigüedad de una relación, no se sabe si de amistad o sexual, con el cantante-presentador. Harto de habladurías y de la presión que ciertos programas y revistas ejercen sobre su persona, Osborne ha decidido desmentir cualquier intercambio de fluidos corporales con la tal Sonia y, de paso, arremeter contra la práctica de pagar por testimonios cuya veracidad no se confirma pero que permiten mantener las brasas del escándalo y el insaciable apetito de vividores y audímetros. Firme y mirando a cámara, calificó a los que acuden a los programas a especular sobre su intimidad de 'escoria' y 'desperdicios humanos' y denunció la complicidad de los profesionales que lo toleran.
Campos, que hace unos días declaró que se negaba a entrevistar a Sonia por no considerar ética su actuación, metió baza en el asunto, calificando a los que se dedican a perseguir a los famosos con cámaras ocultas de 'profesionales salidos de la facultad de Ciencias de la Difamación'. Para el espectador, se producía una paradoja: Osborne elegía una televisión distinta a la suya y Campos apuntaba al programa Salsa rosa, de Tele 5. ¿Cinismo? En mi infinita inocencia, prefiero pensar en un ejercicio de sana discrepancia que contribuye a mantener vivo el sueño de la responsabilidad de quien dice lo que piensa sin miedo a cortapisas ni a poner en evidencia sus contradicciones. A partir de hoy, la máquina devoradora de rumores y desmentidos y la picaresca que recicla la vida privada en horas de pantalla explotará este filón. Por si acaso, Osborne ha dejado claro lo que opina de Sonia: 'Me importas mucho menos que un bledo. Y allá quien te quiera escuchar y pagar'. En lugar de generar una reflexión sobre los límites de la privacidad y el deterioro de ciertas prácticas periodísticas, este incidente sólo contribuirá a alimentar un género, el del cotilleo salvaje, que sigue rebosando salud en parrillas privadas y, por desgracia, públicas. La prueba: Sonia estuvo ayer en A tu lado.
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