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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gobierno de Mas

Artur Mas, conseller en cap de la Generalitat, parece haberse salido con la suya. Ha vencido la renuencia del presidente Jordi Pujol a efectuar un cambio de Gobierno, con la mira puesta en las elecciones autonómicas previstas para dentro de un año. El objetivo del candidato nacionalista es imprimir un nuevo dinamismo al ya agostado equipo para recuperar la creciente ventaja que los sondeos otorgan a su rival socialista, Pasqual Maragall.

Para ello, Mas y los suyos deberán redoblar esfuerzos, porque la sensación de fin de etapa y la consiguiente inevitabilidad de un cambio está muy extendida en la sociedad catalana. Contribuye a ella el desánimo y la anomia de los propios dirigentes nacionalistas, en el partido y en el Ejecutivo. Baste al respecto recordar que ésta es la sexta crisis de Gobierno en los tres años transcurridos de la presente legislatura: un cambio semestral. La mejor noticia de la crisis es el relevo del consejero de Industria, el veterano Antoni Subirà, cuya vacía gestión está llena de opacidad, escándalos políticos y judiciales y tráficos de influencias. También resulta sugestiva la reducción del número de consejeros (de 15 a 13), aunque no parece que ello acabe derivando en un adelgazamiento inmediato del excesivo burocratismo imperante.

Es de lamentar que las grandes preocupaciones de la ciudadanía o los asuntos políticamente más candentes (como la seguridad, los accidentes laborales, la inmigración o los fondos para la formación de los desempleados) no dispondrán de un consejero específico. Un error de bulto es la atribución de la portavocía a Felip Puig, un protegido del entorno familiar presidencial. No por ser una de las cabezas visibles del soberanismo, sino porque cuando fue consejero de Medio Ambiente creó problemas (en el conflicto sobre el agua del Ebro o en el de la contaminación por purines) en lugar de resolverlos. El tiempo dirá si este intento de recuperar la iniciativa mejorará los servicios a la ciudadanía, servirá para poner coto al declive preelectoral nacionalista o conducirá directamente a la nada.

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