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VICTORIA ISLAMISTA EN TURQUÍA
Columna
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Europa, para protegerse de los generales

Andrés Ortega

Erdogan y su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) buscan en su ferviente y reciente europeísmo no sólo una vía a la modernización que ansian tantos turcos, sino una protección frente a los militares. Tras lograr su mayoría absoluta en escaños, Europa les puede salvar de los generales, Estado dentro del Estado, que últimamente ni siquiera daban golpes, sino que lanzaban avisos para hacer caer Gobiernos, como el encabezado por un islamista en 1997.

La integración europea puede aportar, así, un plus de impulso democrático no sólo a los que están en la UE, sino a los que aspiran a entrar en ella (como ocurriera con España y otros países). Lo que pone a la Unión en una difícil tesitura. En general, aunque no se admita públicamente, la UE, y en particular Alemania, no quiere a Turquía dentro, y menos aún importar un islamismo político. Pero un rechazo a Turquía podría, ahora más que antes, acabar favoreciendo a los generales, claramente antiislamistas, y una involución de las reformas adoptadas para acercarse a Europa. Turquía sólo pide una fecha para iniciar las negociaciones. Aceptarla en diciembre en Copenhague equivale a que los Quince den por sentado que algún día Ankara entrará. Quizás la solución sería buscar un estatuto especial para definir la relación de Turquía con la UE.

La UE debe apostar, prioritariamente, por la democratización de Turquía. No hacerlo en Argelia contra el triunfo del FIS en 1999 llevó a una guerra que ha dado más poder al Ejército. En Marruecos el verdadero ganador de las últimas elecciones fue la formación islamista de mismo nombre que el AKP, el Partido de la Justicia y el Desarrollo, aunque los resultados oficiales les dejaron en tercer lugar. Pero éstos son árabes, recelosos siempre de los turcos, a los que llaman 'otomanos'. Todos, sin embargo, han crecido a la sombra del fracaso de los partidos tradicionales, muchos de ellos laicos, y del incumplimiento de las responsabilidades sociales de sus Estados.

La UE ni siquiera es un 'club laico'. Baste consultar el artículo 3 de la Constitución de Grecia (que hasta fija cuál es el texto válido a mantener 'inalterado' de la 'Sagrada Escritura') para constatar que no es del todo laica una Unión en la que cinco de los Quince tienen religiones oficiales. La construcción europea es, como dijo Delors, 'hija de los amores virtuosos de la Democracia Cristiana y la Socialdemocracia'.

Frente al AKP, Europa carece de esos instrumentos de homogeinización y apoyo y que son las Internacional Socialista o la Democristiana. No hay Internacional Islámica ni en Europa ni fuera de ella. Turquía puede marcar un nuevo rumbo, o hundirse.

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