Procesión sij por el Raval

La comunidad religiosa sij en Barcelona acogió ayer con un vistoso ritual de bienvenida la llegada del libro sagrado, el Guru Granth Sahib, a su templo en la calle de la Unió de la ciudad. Apostados en la confluencia de esta calle con La Rambla, varias decenas de fieles de esta religión fundada en la la región del Punjab, en el subcontinente indio, hace 500 años aguardaron ayer la llegada del texto, trasladado por carretera desde Alemania. Los pies descalzos en señal de respeto, la cabeza cubierta por un turbante o pañuelo como establecen las normas, hombres y mujeres recibieron con pétalos de rosa y agua purificadora el libro que contiene las enseñanzas de sus 10 primeros gurús.

En Barcelona, los sijs agrupan a cerca de 600 seguidores, y su templo, levantado hace una década, acoge las oraciones colectivas dos veces al día: a las 4.30 y a las 19.00 horas. Así lo explicaba uno de los miembros de la comunidad a los curiosos que fueron sumándose al grupo, atraídos por su número, por sus atuendos y por su salmodia, 'en el nombre de Dios', recitada en lengua autóctona. Con las paulatinas incorporaciones de transeúntes que daban su paseo dominical, la comitiva de bienvenida se amplió de modo considerable. El joven, apellidado Singh (león) como todos sus compañeros de fe varones (Kaur, princesa, es el apellido genérico de las mujeres), invitaba a todos los profanos a la comida conjunta -'es gratis', repetía- que se celebra tras el rezo. Y a quien ponía cara de no entender nada, le explicaba con un castellano cruzado con el inglés que estaban aguardando la llegada de un libro 'que es como la Biblia'.

El libro santo, de 1.430 páginas escritas en lengua punjabi y nutridas de himnos y poemas, en las que se predica la igualdad entre sexos, castas y etnias, y la creencia en un Dios único, llegó a la altura de los fieles cerca de mediodía. En el tramo final desde La Rambla hasta el templo, el traslado del libro se realizó a pie, transportado sobre la cabeza (cubierta con un cojín lujosamente tapizado, colocado sobre el preceptivo turbante) de algunos de los seguidores más veteranos.