Los lunes al sol
El mundo del trabajo y de los trabajadores ha sido objeto de la atención de pintores, escritores y cineastas que, desde perspectivas distintas, han plasmado en sus obras las luces y las sombras de una realidad que, a pesar de los cantos de sirena que proclaman el fin del trabajo, sigue siendo central en las sociedades modernas. Estoy pensando en El tejedor en el telar, de Van Gogh, o El cuarto estado, de Pelliza; en La huelga, de Eisenstein; Tiempos modernos, de Chaplin, o Novecento, de Bertolucci. Y hay personajes literarios de tan potente construcción que alcanzan la estatura de modelos: el férreo Tom Joad de Las uvas de la ira, de John Steinbeck; el conmovedor Willy Loman de Muerte de un viajante, de Arthur Miller; el desesperado Gérard Sturmer de El salario del miedo, de Georges Arnaud. El Santa de Los lunes al sol, la última película de León de Aranoa, forma parte ya de la iconografía imprescindible del mundo del trabajo.
Pero el mercaderismo lo devora todo, de manera que hoy en día la pornografía más deshumanizadora se muestra no tanto en los anuncios de relax como en los de empleo. '¿Vas a seguir pasando los lunes al sol? Será porque quieras, porque en Forempleo no es difícil encontrar trabajo. Si después de visitar Forempleo prefieres seguir pasando los lunes al sol, será porque quieras'. Con este obsceno y oportunista titular se anunciaba hace unos días la celebración de una feria de empleo universitario en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre las firmas participantes, algunas no causan extrañeza -Manpower, Philip Morris, Telefónica...-, pero hay participantes cuya presencia resulta indignante, como es la de UGT y CC OO.
El Consejo Económico y Social Vasco ha publicado su memoria socioeconómica correspondiente al año 2001. Como en años precedentes, la memoria del CES desvela una preocupante tendencia a la precarización del empleo. En el año 2001 se crearon en Euskadi 26.100 nuevos empleos, pero se firmaron 684.218 nuevos contratos. Veintiseis contratos por cada puesto de trabajo. El 94,7% de esos nuevos contratos fueron temporales y de entre estos, tan sólo el 0,7% tuvieron una duración superior a un año. En este contexto, noticias como la que publicaba este diario el pasado 21 de octubre superan la condición de anécdota para convertirse en indicador.
Una mujer de 38 años, médico, trabaja desde hace nueve años como anestesista interina en un gran hospital público de Madrid. Como tantas otras mujeres, había retrasado su maternidad a la espera de consolidar su puesto de trabajo porque, como ella misma señala, 'estando de interina siempre tienes miedo a perder el trabajo por quedarte embarazada'. Harta de esperar, finalmente decide tener su primer hijo. En efecto, queda embarazada y en su momento el ginecólogo la informa de que la fecha prevista para el parto era la del 26 de octubre. Pero hete aquí que la fecha probable para salir de cuentas venía a coincidir con la fecha propuesta por el Ministerio de Sanidad para convocar la primera Oferta de Empleo Público en casi quince años, cuya primera prueba se celebró el pasado domingo día 27. Podemos imaginarnos perfectamente la angustia de esa mujer que contempla perpleja e indefensa -el decreto de oferta pública especial de empleo no contempla la posibilidad de habilitar nuevas convocatorias en otras fechas- al ver cómo sus dos ilusiones, la maternidad y la consolidación de su empleo, entran en conflicto. ¿Qué hacer? ¿arriesgarse a no poder hacer el examen por coincidir este con alguna de las fases del parto, perdiendo así tal vez toda posibilidad de acceder a un empleo estable? La solución: adelantar artificialmente el parto una quincena de días recurriendo a una cesárea.
¿Tan poderoso es el discurso neoliberal sobre el empleo que ni las universidades ni los sindicatos de clase son capaces de resistirse a su propaganda? Encontrar trabajo es fácil, de manera que quien se pasa los lunes al sol es porque quiere. Dan ganas de vomitar.
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