Estudiar en castellano

El próximo septiembre mi hija comenzará la educación infantil con tres años. Quiero que se escolarice en español, su idioma materno, y he comenzado a buscar una escuela. Pero no la encuentro. En Cataluña es obligatorio escolarizarse en catalán. También queda la opción de ir a uno de los selectos colegios bilingües, inglés, francés, italiano, alemán o japonés, que hay en Barcelona y alrededores. O sea, mi hija podría escolarizarse en japonés, la lengua de su padre, pero no en español, la lengua de su madre, ni siquiera en otro selecto colegio. Y no es que viva en Tokio, no, vivo en una ciudad dormitorio de Barcelona. Consulto telefónicamente con un inspector de la delegación territorial de Enseñanza del Baix Llobregat. 'Las clases se han de impartir en catalán en todos los niveles educativos', dice. 'El español es la lengua que más se oye en la calle, en los mercados, y acaban aprendiéndolo', continúa. Todavía sigo perpleja. Pujol quiere que mi hija aprenda el español de la plaza. ¿Responde el modelo catalán de educación a la realidad de la sociedad catalana, que también es castellanohablante, o a los intereses partidistas? Siento coartado mi derecho a elegir libremente la educación de mis hijos. Lo mismo sentí en las recientes fiestas del pueblo, con aplastante mayoría de castellanohablantes, al ver que todas las actividades y los juegos infantiles eran en catalán, por no decir todo el programa de fiestas. Parece que quedan dos opciones: o catalanizarse o marcharse. Y eso que antes de venir aquí me gustaba como sonaba el catalán en la música de Lluís Llach.