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DON DE GENTES
Columna
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De España vengo

Elvira Lindo

SI ALGUNA VEZ me dan el Príncipe de Asturias, por favor, que no me lo den por mis valores literarios. Que me lo den por mis aportaciones a la sociología: 'Ella nos enseñó una manera de mirar, amplió los límites de nuestra ciencia. Hay un antes y un después de Lindo, la socióloga'. Esto lo dirá el Príncipe, con la voz entrecortada. Yo me levantaré a por el premio, y para darle un beso al Príncipe me subiré a un poyete (ad hoc) que habrán situado en el escenario. Y como llevaré un vestido largo y negro, pareceré esa foca que se sube al poyete para recibir la sardina de su adiestrador. Quiero contarles algunas cosas de interés (relativo) que he observado en mi gimnasio de la Quinta Avenida. Es un gimnasio femenino porque a mi santo no le gusta que me relacione con hombres de otras razas. Dice que en los vestuarios de los gimnasios hay mucha depravación. Y no hay forma de quitarle esa idea. Se educó en los Salesianos. He llegado a la conclusión viendo a mis compañeras del Gim que aquí en América no existe el término medio: o estás inmensa, que no cabes por esa puerta, o tipo Gwyneth Paltrow, que cuando se pone escote dan ganas de darle dos bollos para que se rellene la pechera. El único término medio que hay en mi gimnasio soy yo, que me siento, representante de la mujer española, mujer que yo denominaría Jarrita de Talavera, una jarrilla chata con su bien de culo y su bien de pechamen pero sin abusar. Yo me pongo en mi máquina de andar y tengo unas gordas a mi lado que da susto verlas. A mi suegro le molarían, le pasa como a Hugh Grant, 'le gusta que haya carne en el plato'. Lo más prodigioso es el culo de ciertas negras. Hay negras en mi gimnasio que tienen un culo en ángulo recto, un culo tipo explanada en el que se podría tomar el lunch. Hay veces, en el vestuario, que siento tentaciones de agarrar uno de esos culos para ver cómo son al tacto. No chocaría demasiado porque aquí se está imponiendo el mundo del bollo. Mi casera Hillary, sin ir más lejos, es bollicao. Tiene encima de la cama, presidiendo, un retrato de Gertrude Stein tipo Warhol. Mi santo lo ha puesto cara a la pared porque dice que a él concretamente, Gertrude le corta el rollo.

En América no hay términos medios, ya digo, o tienes un padre del cual estás que te cagas de orgullo, que es lo que le pasa a Bush con su papá, o bien te dedicas a poner a tu padre a caer de un burro. El otro día, cuando nos encontramos a Jessica Lange en el estreno de ¡Pedrooo!, en un tris estuve de preguntarle por su suegro. Es que su marido, el escritor Sam Sheppard, ha escrito un libro de relatos y dice que no puede evitar que su padre sea fuente permanente de inspiración. Cuando uno de sus personajes dice: 'Eso es el éxito: estar en la barra de un pub tomándote un martini con dos putas', está copiado de su papá. Como se ve, el padre de Sheppard es un moralista. Cuenta Sheppard que un día se le ocurrió invitar a su padre al estreno de una obra de teatro que era bastante autobiográfica. El padre acudió medio borracho y a mitad de la obra se levantó y empezó a gritar: '¡Que eso no fue así, coño!'. Los acomodadores le echaron del teatro y él iba diciendo: '¡Pero que soy el padre del autor!'. Nuestro Woody Allen no se queda atrás hablando de sus padres. Por cierto, ¿alguien ha pensado en un poyete para cuando hable con el Príncipe? Woody cuenta que le costó trabajo, dada su educación, comprender que cuando estás en casa de alguien y te encuentras cinco pavos en el sofá tienes que devolverlos, porque en su casa andaban siempre al quite engañándose unos a otros. Sobre todo, su padre. A estas alturas, cuenta Woody, sus padres pasan el invierno en Florida, y cuando su padre juega al golf con otros abuelos disfruta dándole una pelota trucada a su contrincante para ganarle. En un documental que se llama Dos mujeres, en el que aparecen las madres de Woody y de Mia, Woody pregunta a su madre: '¿Por qué me pegabas de pequeño?'; su madre contesta: 'Porque no parabas, hablaste muy pronto y yo no sabía cómo manejarte. Pero me arrepiento, si te hubiera pegado menos tal vez hubieras sido más cariñoso'.

¿Qué les puedo contar yo de mi padre que ya no sepan? Ayer me llama y me dice que se ha enterado de que vamos a dar una charla en Virginia y quiere preguntarnos si somos idiotas. Y advierte: 'Si os pegan un tiro, luego no vengáis que si ayayay lo que me ha dolido'. Pero antes de colgar, asegura que está convencido de que Enzesberger se ha ido a vivir a Moratalaz y que sale a pasear todas las mañanas con un hombre que va vestido de paisano, pero que debe ser su mayordomo. Cuando un padre te dice eso al otro lado del Atlántico, como que el asunto te inquieta.

América es un país de contrastes. Bonita frase. Bicoca amenaza con venir a ver la tienda de Prada en el Soho, y, por otro lado, lo más de lo más ahora es comprarse ropa de segunda mano. Los pobres, siempre a la vanguardia, se lanzan a la basura a por comida de segunda mano. Aquí se tirán toneladas. Y en una farola hay el siguiente anuncio: 'Vendo cortaúñas casi sin usar por 50 centavos'. Estoy por comprárselo a mi santo.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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