Sin permiso para combatir el cáncer
La subdelegación del Gobierno en Granada declara ilegal la estancia de una congoleña sometida a tratamiento oncológico
A Beatrice Bolondjo Bolinga, una mujer de 56 años natural de la República Democrática del Congo (ex Zaire), que lucha denodadamente contra un cáncer de mama desde hace meses, le ha salido al paso otro enemigo del que nadie, hasta ayer, le había advertido: la fría terquedad de las resoluciones burocráticas españolas en materia de extranjería. El martes, la Subdelegación del Gobierno en Granada le notificó que su estancia legal en España había caducado el 21 de octubre y que la posibilidad de lograr una prórroga estaba cerrada.
El miércoles por la mañana, cuando el matrimonio de médicos que la ha acogido en su casa de Granada desde que llegó a nuestro país le comunicó la noticia, las lágrimas le nublaron los ojos. A su pelea contra el cáncer y a la angustia de un tratamiento a base de quimioterapia y radioterapia se une el hecho, cuando menos simbólico dentro del dramático cuadro de sufrimientos, de que es una ilegal y que teóricamente podría ser expulsada del país.
La metástasis hace inevitable la aplicación de quimioterapia hasta el mes de diciembre
Beatrice es ahora un miembro más de la familia de médicos que la ha acogido
Beatrice, o Teresa como le llaman Isaías Martínez y su esposa Anna Blero, llegó a Granada el pasado mes de julio. En Kinshasa los médicos le habían detectado un cáncer de mama, pero, ante la imposibilidad de tratarla adecuadamente, recurrió a una hija suya residente en Canadá y casada con un médico. La única solución que encontraron fue poner a Beatrice en contacto con un compañero de carrera de su yerno, Isaías Martínez, que dirige desde hace 12 años en Granada, con su esposa, una clínica, el Centro Dental Multiespecialista.
'Yo no la conocía de nada', reconoce Isaías Martínez. Beatrice dejó la tienda de ultramarinos familiar, se despidió de los cuatro hijos que aún viven con ella y voló a España. Antes, Isaías gestionó sin mayores dificultades ante la embajada española un permiso de estancia por el tiempo que aproximadamente duraría la intervención quirúrgica y el tratamiento: tres meses. Pero el cálculo resultó erróneo. El cirujano que la operó pocos días después de llegar a Granada en una clínica privada descubrió que el cáncer había invadido otros territorios y que la metástasis hacía inevitable un tratamiento añadido de quiomioterapia y radioterapia durante varios meses más.
El pasado 1 de octubre, Beatrice Bolondjo solicitó a la Subdelegación del Gobierno de Granada una ampliación de su estancia hasta el mes de diciembre, el tiempo calculado por los médicos para su tratamiento. Ahí empezó su contralucha contra un enemigo invisible pero testarudo: la burocracia. La Subdelegación del Gobierno ha concedido una prórroga, pero sólo de 21 días, precisamente el tiempo que ha mediado entre la presentación de la solicitud y la respuesta gubernativa. Ahora, con arreglo a la ley, no hay posibilidad de conceder un segundo aplazamiento.
La Ley de Extranjería es un intrincado laberinto. El texto legal define la estancia como la situación del 'extranjero que, no siendo titular de un permiso de residencia, se encuentra autorizado para permanecer en España por un plazo no superior a tres meses en un período de seis'. Es decir, prevé la posibilidad de prorrogar hasta seis meses la permanencia en España siempre que el solicitante disponga de un seguro médico, demuestre que tiene medios de vida y acredite documentalmente las razones que aconsejan su permanencia.
El primer requisito no fue fácil. Dos compañías, Sánitas y Adeslas, rechazaron establecer un seguro, a pesar de que Beatrice renunciaba de antemano a incluir cualquier aspecto de su grave enfermedad; para el segundo recibió el respaldo de la empresa de sus acogedores.
Pero en la respuesta de la Administración del Estado prevaleció la inercia ciega del papeleo, y la petición de una prórroga hasta diciembre fue rechazada. 'Si la expulsan', reflexionaba ayer en Granada Isaías Martínez, 'es como confirmar su condena a muerte'.
Fuentes de la Subdelegación del Gobierno en Granada señalaron que el camino más adecuado para solventar la extraña situación jurídica es solicitar en comisaría una 'exención de visado', una vía que, según varios abogados expertos en extranjería consultados por este periódico, se utiliza no para estancias temporales, sino para conseguir un permiso de residencia con el propósito de vivir para siempre en España.
Beatrice se ha convertido entretanto en un miembro más de la familia de Isaías y Anna. Un hijo de ambos, Armando, de 17 años, le ha cedido su dormitorio, y ella, en agradecimiento, cose y cose. 'Nos extraña todo esto. La operación la hemos pagado entre su hija y nosotros', dice Isaías. 'El Estado no ha tenido que hacerse cargo de nada. Sólo pedimos que nos dejen en paz, y ya nos arreglaremos'.
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