El albañil de hielo y sin remordimientos
Pero no sólo los errores de la policía y del forense facilitaron la peculiar furia homicida del asesino de viudas. Pese al rastro de sangre que dejó a su paso, jamás nadie vio en él la menor inquietud, ni el más mínimo remordimiento. "Un hombre frío y sin el menor sentimiento de culpabilidad", le definió entonces su abogado José Manuel Martínez de la Pedraja. Frío y seductor hasta el punto de lograr desde la cárcel, mediante cartas, el perdón de todas las jóvenes -excepto una- a las que había atacado sexualmente a fines de los años setenta.
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