La otra realidad del empleo en Madrid
La autora da cifras para demostrar que no se ha aprovechado la bonanza económica para mejorar el tejido productivo.
El pasado 20 de junio tuvo lugar una enorme movilización social en nuestro país, la celebración con notable éxito de una huelga general ante la reforma del mercado laboral realizada por el Gobierno. Se trataba y se trata del acontecimiento social probablemente más importante ocurrido en la presente legislatura. Esa importancia se debe a dos factores: por un lado, la nítida exposición del rechazo de los trabajadores a la modificación unilateral y lesiva de las reglas de juego que imperaban hasta ese momento en el ámbito laboral, y, por otro lado, a la manifestación, no menos importante, de un malestar social general, difuso todavía, por una política del Gobierno del PP que se comienza a percibir contraria a los intereses de una mayoría de la población.
Más del 70% de los nuevos contratos se hacen por periodos que no llegan a los tres meses
Circunscribir tan sólo al ámbito laboral y, por ende, sindical las razones y las consecuencias de la huelga sería un error. Sus razones van mucho más allá y sus consecuencias ya se están percibiendo, y lo harán en mayor medida en los próximos meses.
¿Afecta esto a Madrid? ¿Afecta al actual presidente de la Comunidad y aspirante a alcalde? El malestar concretado también en nuestra Comunidad ¿es ajeno o no al Gobierno del Partido Popular en la región madrileña?
Se jactaba Ruiz-Gallardón en el pasado debate de la región de los logros, 'espléndidos' a su juicio, obtenidos por su Gobierno, logros concretados en un aumento notable de la actividad y la ocupación junto a una sensible disminución del paro en Madrid. No desmerecemos, ni lo hemos hecho nunca, las mejoras en el empleo generadas por el crecimiento económico de estos años en nuestro país y el resto de Europa. Pero de ahí a considerar que todo lo ocurrido es positivo y achacarlo a los méritos del Gobierno regional es dar unos pasos que la realidad, lamentablemente, desmiente con contundencia.
Unos datos para definir la situación actual del mercado laboral. Es cierto que la afiliación a la Seguridad Social ha crecido en el último año en 92.800 personas, un 3,8%, pero ese porcentaje de crecimiento es el mismo que a nivel nacional. Sin embargo, en este año el paro registrado se ha incrementado en casi 20.000 personas, un 11,4%, mientras que el crecimiento nacional ha sido la mitad, un 6,4%.
¿Y qué sucede con la calidad del empleo o la falta de calidad del paro? Podría pensarse que el largo periodo de bonanza económica de los pasados años habría permitido una mejora y modernización del tejido productivo, lo que se traduciría en una mejora del mercado laboral. Pero, desgraciadamente, no parece haber ocurrido tal cosa.
El porcentaje de parados de larga duración ronda la cifra del 40%. Hace un año, la media de contratos indefinidos sobre el total de la contratación era de un 14,5%; hoy es un 14,9%. Pero en estos últimos meses la contratación indefinida ha ido bajando hasta alcanzar la ridícula cifra de un 11,9% en el mes de agosto. Y ¿qué tipo de contratos temporales se realizan? El 87% tiene una duración inferior a tres meses y, de ellos, más del 40% se catalogan de duración indeterminada, lo que significa que se trata de contratos por días o, simplemente, por horas.
Por no hablar de los accidentes laborales, disparados el pasado año hasta acabar con 196 muertos, un 21,7% de incremento, frente a una disminución en España de un 9,7%. La situación este año no es mucho mejor; sólo en el primer semestre han fallecido 96 trabajadores.
¿Vamos igual, mejor o peor que el resto de España? Juzgue el lector. A tenor de las cifras, es difícil decir que la evolución pueda definirse como mejor. Con los datos reflejados, escasamente puede hablarse de éxito, y menos atribuirlo al Gobierno regional. La evolución de la contratación y el desempleo sigue las pautas nacionales, pero en peor, los accidentes laborales están sin control, y las nuevas contrataciones no es que sean temporales, es que sólo parecen dar tiempo a que el trabajador llegue, salude y se marche. Y esto con un crecimiento económico notable y en un mercado laboral en que casi 400.000 personas trabajan en un sector tan estable como es la Administración. Claro que hay que señalar la escasa eficacia del Servicio Regional de Empleo, que sigue las pautas del antiguo Inem, interviniendo tan sólo en un 17% del total de contratos que se realizan.
Con estas cifras, ¿Puede alguien en serio decir que se ha aprovechado la bonanza económica para mejorar el tejido productivo en Madrid? Una economía sólida y un funcionamiento empresarial saludable no producirían ni tantos accidentes laborales ni unas nuevas contrataciones tan inestables. Porque no puede ser un síntoma de salud y estabilidad en la producción, que más del 70% de todos los nuevos contratos se realicen por periodos tan cortos que no llegan ni a los tres meses. Porque no puede ser un síntoma de la eficacia de la Administración que sólo logre encontrar trabajo a una cifra tan baja de parados.
Porque tampoco puede colocarse en el balance positivo del Gobierno el que haya asistido impávido a la casi total desaparición, en tan sólo un año y medio, de un sector fuerte en Madrid y puntero tecnológicamente como era el de las telecomunicaciones, víctima del retraso en la introducción de la nueva generación de telefonía móvil y de la falta de liquidez de Telefónica tras la crisis de Argentina y Brasil.
Seguramente, ningún Gobierno regional puede incidir ahora, de manera sustancial, en la marcha de la economía. Pero sí puede lograr aprovechar la bonanza para mejorar el funcionamiento de las empresas y, por tanto, del mercado laboral. Y puede adelantarse a las crisis para aminorar sus efectos. Ni lo primero ni lo segundo hemos visto en Gallardón. Claro, cuando todo va bien, eso no se nota. Pero cuando la situación empieza a deteriorarse como, desgraciadamente, parece suceder ahora, todo lo que no se hizo y no se hace acaba pasando factura. Y la conclusión es que ese malestar de los ciudadanos, también de los madrileños, tiene su origen no sólo en las desastrosas decisiones tomadas por el Gobierno de la nación, sino también, y mucho, en las decisiones y falta de decisiones tomadas por el Gobierno de Ruiz-Gallardón.
Teresa Nevado Bueno es portavoz de Trabajo del grupo parlamentario socialista en la Asamblea de Madrid.
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