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Restituir la dermis, el gran reto de las unidades de grandes quemados

Los mejores resultados se consiguen con regeneradores proteicos y cultivos celulares

El cultivo de queratinocitos (células de la capa superficial de la piel), que apareció en la década de 1980 como una de las grandes esperanzas para el tratamiento de los grandes quemados, no ha dado de momento los resultados esperados. El problema principal radica en que la dermis o capa profunda de la piel, que también se daña en estas quemaduras, no se regenera mediante el trasplante de queratinocitos cultivados. Otro problema no resuelto es el excesivo tiempo que se necesita para obtener el cultivo celular, que oscila entre 21 y 28 días. Los regeneradores dérmicos, estructuras con soporte proteico que generan una nueva dermis, constituyen una de las alternativas más novedosas y eficaces en este campo.

El tejido que se cultiva crece entre 3.000 y 6.000 veces su tamaño original

Entre las funciones principales de la epidermis, la capa superficial de la piel, figuran la regulación de la pérdida de líquidos y de sales y evitar las posibles infecciones; pero es la dermis la responsable de proporcionar elasticidad y resistencia mecánica. Si se obtiene una buena capa dérmica, la cicatriz tendrá mayor calidad estética y funcional a medio y largo plazo. Todos los esfuerzos van encaminados a conseguir esta finalidad.

'El principal objetivo cuando un gran quemado llega al hospital es mantener vivo al paciente, eliminar el tejido dañado y tapar las heridas con los materiales y técnicas que se dispongan en el centro. El segundo paso es recuperar la piel del afectado, bien con injertos de piel del propio paciente, con injertos temporales de piel de cadáver o con regeneradores dérmicos. Lo que nuestro equipo, que también lo integran científicos del Ciemat-Fundación Botín, ha conseguido con el cultivo de los queratinocitos es obtener este mismo epitelio sobre una base dérmica', declara Álvaro Meana, responsable de la sección de ingeniería tisular del Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Asturias.

Según este especialista, el método que se utiliza en esta institución, una de las pocas españolas que producen tejidos para hospitales, consiste en separar los queratinocitos de la matriz celular y aumentar su número mediante cultivo celular. Después se introducen en una matriz dérmica artificial y constituyen una especie de piel elemental que se trasplanta al paciente y que, cuando prende, ya forma la piel completa. El tejido que se cultiva crece entre 3.000 y 6.000 veces su tamaño original, de modo que una pieza de unos cuatro centímetros cuadrados puede proporcionar casi un metro cuadrado de piel. 'La terapia regenerativa ha conseguido grandes avances, pero todavía presenta numerosas incógnitas y, aunque funciona, tiene que conseguir mejores productos y resultados. De momento, la recuperación de los pacientes no es generalizada, y nos encontramos con unos enfermos en los que el trasplante prende en su totalidad, otros en los que no prende nada y todo el abanico que abarca estas posibilidades', asegura Meana.

El cultivo de queratinocitos se combina con otras técnicas y productos que intentan reconstruir la dermis. 'El resultado de esta composición es un cultivo de queratinocitos con un soporte biológico que algunos grupos de investigación denominan eufóricamente piel, porque los queratinocitos hacen de epidermis y el soporte de la capa inferior sustituye a la dermis. Yo no opino así, porque dicho soporte no es dermis y, a veces, el resultado final tampoco es piel entera, compuesta por epidermis y dermis', dice Pablo Gómez Morell, jefe de sección de la unidad de Quemados del hospital Vall d'Hebron de Barcelona.

Otra opción son los regeneradores dérmicos, de estructura generalmente proteica, que cuando se colocan en un tejido del cuerpo sea cartílago, mamario, pancreático o dermis, le ayuda a regenerarse. En el caso de la piel, se utilizan en las heridas en las que se haya perdido el espesor completo y se opte por regenerar la dermis: quemaduras profundas o sus secuelas, procesos cancerígenos o nevus congénitos. No se utilizan de forma generalizada en todos los hospitales españoles, en algunos de ellos por su elevado coste.

'Los regeneradores dérmicos ordenan el sustrato de la piel. Se podrían comparar con el director de una orquesta en la que los músicos son los otros elementos de la piel, capilares, glándulas, poros o vasos sanguíneos, y que en vez de tocar cada uno por su cuenta, tocan armoniosamente para que salga una melodía: el nuevo tejido que se regenera. El resultado tampoco es dermis ni piel, pero este término no da lugar a confusión, aquí se habla de regenerador de una nueva dermis', agrega Gómez Morell.

Francisco Javier Gabilondo, jefe de servicio de Cirugía Plástica y Quemados del hospital de Cruces de Bilbao, sostiene que 'los regeneradores dérmicos han solucionado, aunque no de forma definitiva, sí bastante aceptable, la restitución de la capa dérmica pero el sustituto de las dos capas de la piel todavía está sin resolver'.

El futuro de la terapia regenerativa se debe centrar en conseguir productos más eficaces y rápidos. Según el experto vasco, se pretende crear un banco de telas de calidad que incluya diferentes tipos de tejidos, reducir el tiempo de cultivo de los queratinocitos y que éstos mantengan su identidad antígena o de anticuerpo, para que el paciente no los rechace.

Otros estudios se centran en obtener productos que mejoren la velocidad de curación de las heridas y la intensidad del prendimiento de los injertos. Los avances en la investigación con células madre abrirían un nuevo campo ya que, 'si las células madre son capaces de seguir caminos de crecimiento diferencial, in vitro, lo mismo que se pueden hacer cultivos de células nerviosas u óseas, también se pueden conseguir células de piel'.

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