La ordenanza municipal contra el ruido excluye a un barrio de Barajas
Unos 2.000 vecinos de La Embajada soportan picos de 80 decibelios por las noches
Los 2.000 vecinos de la urbanización La Embajada, situada a 100 metros de las pistas de Barajas, se sienten desprotegidos. Los medidores que AENA ha colocado sobre sus casas para detectar el ruido provocado por los aviones señalan picos de hasta 80 decibelios a las 23.30 y muchos otros de entre 70 y 75, también durante la noche, cuando la normativa municipal establece niveles máximos de ruido de 45 decibelios. Pero estos madrileños no tienen los mismos derechos que los demás: la ordenanza municipal no incluye la protección contra el ruido de los aviones, y AENA argumenta que los niveles de contaminación acústica que soportan en La Embajada están dentro de la ley.
Los vecinos de la urbanización La Embajada, a través de su asociación Pijamas en Acción, llevan años protestando contra el ruido que provoca el aterrizaje y despegue de los aviones en Barajas. Pero sus protestas han sido vanas y aseguran que siguen sin poder dormir ni abrir las ventanas en verano. De sus reuniones con los responsables del aeropuerto sólo han sacado respuestas 'evasivas', según Julián Moreno, portavoz de los vecinos.
Por ese motivo acudieron a la Concejalía de Medio Ambiente pensando que la normativa municipal sobre ruidos les protegería, puesto que su urbanización, situada en el barrio de Alameda de Osuna, pertenece al distrito de Barajas.
Pero el Ayuntamiento no puede respaldarles porque la ordenanza municipal sobre contaminación acústica, que establece niveles máximos de ruido de 45 decibelios por la noche y de 55 por el día, no se aplica a las zonas afectadas por el ruido de los aviones.
'Lo tenemos prohibido por ley', admite el director general de Calidad Ambiental del Ayuntamiento, Joaquín Fernández Castro. 'Los aeropuertos dependen del Estado y los niveles máximos de ruido que se pueden aplicar en la zona de La Embajada y en otras cercanas al aeropuerto son los que establece la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de diciembre de 2001, elaborada por el Ministerio de Medio Ambiente'. Esta declaración, relativa a la futura ampliación de Barajas, establece unos niveles máximos de ruido de 65 decibelios por el día y de 55 por la noche, es decir, diez decibelios más que los que establece la ordenanza municipal. 'Aunque queramos, no podemos hacer nada', reconoce Fernández.
Azoteas con medidores
Pero los datos que recogen los medidores de ruido que la propia AENA ha colocado en la azotea de las viviendas de la urbanización son, incluso, superiores a los permitidos por la DIA. Según las mediciones realizadas este verano, los picos de ruido alcanzan los 80 decibelios en algunos momentos y hay numerosos registros de 68 y 70 decibelios entre las 23.00 y las 6.00 de los días 14 y 15 de julio y 17 y 18 de agosto.
Pero para AENA, esos 80 decibelios 'no son significativos'. El organismo sigue la normativa europea de medición de ruidos y utiliza el llamado sistema Leq, que sólo refleja una media de ruido. Es decir, que si se alcanzan esos 80 decibelios durante un par de segundos, pero luego hay silencio, para AENA el ruido percibido por el vecino es sólo un leve murmullo. 'Este sistema no es el adecuado', enfatiza Julián Moreno. 'La media será lo que sea, pero si yo oigo tres aviones a 80 decibelios durante la noche, me despierto tres veces y eso repercute en mi salud', añade Estela Oropesa, otra vecina.
Sin embargo, AENA, que considera que sus mediciones respetan la normativa, reconoce que está a la espera de que la CSAM (Comisión de Seguimiento de las Actuaciones de Ampliación del Sistema Aeroportuario de Madrid) evalúe un informe que se le ha remitido con todas las mediciones sonoras. 'Tenemos que ver lo que contiene ese informe y ya veremos si consideramos que los niveles de ruido son aceptables o si deben hacer más para evitarlos', apunta Fernández Castro, miembro de esta comisión.
Uno de los puntos más conflictivos de ese informe es que AENA alega que en la zona de La Embajada 'hay mucho ruido de fondo por culpa del tráfico de la autovía A-10', señala José Sanz, jefe de gabinete del aeropuerto. Por ello, AENA ha elevado el nivel máximo de ruido y sus medidores sólo recogen los ruidos que superan los 65 decibelios por la noche y los 69 por el día. La normativa municipal no permite por la noche más de 45.
Traslado de terminales
Los vecinos del barrio de la Embajada tienen una petición muy clara para acabar 'de una vez por todas' con los ruidos procedentes del vecino aeropuerto: quieren que se aproveche la próxima ampliación del aeropuerto para cambiar de ubicación el Dique Sur (una parte de la terminal desde la cual parten los aviones transoceánicos) y la terminal de carga. Su petición se fundamenta en una frase de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de la ampliación de Barajas, publicada en diciembre de 2001, que dice: 'En el plazo de un año, el promotor elaborará un plan de reducción de la actividad aeroportuaria buscando un emplazamiento alejado de cualquier núcleo de población'. Para los vecinos, esta última parte del texto obliga de forma ineludible a AENA a trasladar toda ese conjunto a un lugar no habitado. Pero la interpretación de AENA es muy distinta. 'La Declaración de Impacto Ambiental no dice en absoluto que debamos clausurar las plataformas y el Dique Sur', apunta José Sanz, jefe de gabinete del aeropuerto de Barajas. 'Dice que debemos trasladar la actividad a una zona no urbana. Los aviones con el correo, por ejemplo, ya no salen de la pista más cercana a las casas de esos vecinos. Y habrá aún menos actividad cuando se cierre definitivamente esa pista, en el momento en que se abran la nueva terminal y las dos nuevas pistas, en el año 2004'. AENA insiste en que 'desde junio se ha puesto en marcha un plan de reducción de ruidos'. 'Hemos reducido la actividad en la pista más cercana a las viviendas de la Embajada y remolcamos los aviones hasta la pista para que no se desplacen con sus propios motores y así evitar que hagan más ruido', señala José Sanz. Pero para los vecinos, este plan ha sido muy poco efectivo. 'Sus propias mediciones demuestran que no ha servido para nada', insiste Julián Moreno, portavoz vecinal a lo que Sanz contesta: 'Puede que se nos haya colado algún avión con los motores en marcha en esa zona, pero no es lo habitual'.Tanto el Ayuntamiento como AENA coinciden en señalar el año 2004 como año que acabará con todos los males de estos 2.000 vecinos. 'Cuando entren en funcionamiento las nuevas pistas de Barajas, toda la actividad se alejará de sus casas y se desplazará más al norte. El tiempo juega a su favor'. Pero los vecinos no se creen nada.
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