La estrategia del exilio
'Hoy no se erigen demasiadas estatuas de escritores pero, contradiciendo las predicciones más pesimistas de Sainte-Beuve, es posible que muy pronto se erijan estatuas a los críticos'. Esto escribía George Steiner en 1969, en uno de los ensayos centrales de este libro. Y lo escribía con evidente aprensión, lejos todavía de pensar que él mismo fuera candidato a convertirse en estatua.
El caso es que a los críticos, no cabe duda, les sientan mal los pedestales. Subidos a un podio, parecen leones de circo: no saben ya si los aplausos van dirigidos a ellos o al domador que -¡alehop!- saca la cabeza indemne de sus fauces.
La autoridad tronante de George Steiner, sus ademanes jeremiacos, la cada vez más acusada deriva religiosa de su humanismo radical, han venido suscitando razonables reservas. Por eso conviene remitirse de vez en cuando a sus libros más antiguos. En ellos lucen intactos no sólo la pasión, también el formidable vigor, la inteligencia y el arrojo que valieron a Steiner su bien ganada notoriedad.
EXTRATERRITORIAL. ENSAYOS SOBRE LITERATURA Y LA REVOLUCIÓN LINGÜÍSTICA
George Steiner Traducción de Edgardo Russo Siruela. Madrid, 2002 208 páginas. 16 euros
Extraterritorial fue publica-
do originalmente en inglés en 1971, y conoció una temprana edición española en la Breve Biblioteca de Respuesta de Barral, en 1973. Casi tres décadas después, Siruela recupera, en nueva traducción de Edgardo Russo, esta colección de ensayos -diez en total- escritos entre 1968 y 1970 y manifiestamente orientados en la dirección de los estudios y reflexiones que culminaron en Después de Babel (1975). Se trata de un periodo particularmente prolífico y sustancial de Steiner, determinado por el protagonismo -casi chocante desde la actualidad- que en aquellos años tuvo la lingüística en todos los campos de las humanidades.
La 'revolución lingüística' a la que se refiere el subtítulo de Extraterritorial es la que se produjo en la Europa Central en el primer tercio del siglo XX. Su trasfondo es la profunda crisis del lenguaje que se abrió en el corazón mismo de la cultura moderna y las múltiples manifestaciones que señalaban -con entusiasmo o con lamento- lo que se experimentó entonces como el 'fracaso de la palabra'. Durante las décadas de los sesenta y de los setenta, los efectos de aquella revolución parecían repercutir en todas las áreas de la actividad intelectual y otorgar a las llamadas 'ciencias' del lenguaje un protagonismo casi estelar. El paulatino receso de ese protagonismo durante las últimas décadas, el galimatías en que derivaron buena parte de los hallazgos y de los avances realizados, parecen hoy constituir por sí mismos -como la propia 'revolución lingüística', en definitiva- otras tantas manifestaciones de aquel 'fracaso de la palabra'. Lo cual vendría a confirmar los peores presentimientos de Steiner, quien en 1969, en el ensayo titulado El lenguaje animal, se preguntaba si 'la primacía del lenguaje tal como lo conocemos, al igual que muchos de sus rasgos sintácticos dominantes, no encarnan una concepción particular de la identidad del hombre y de la muerte', mostrándose convencido de que 'si el lenguaje perdiera una parte de su energía, el hombre se volvería menos humano'.
Como fuere, los artículos y ensayos reunidos en este libro están escritos al calor de 'la intensa energía intelectual y la capacidad instrumental' que demostró la lingüística por la época en que fueron escritos. La mayor parte de ellos analizan 'determinados elementos filosóficos y literarios de esta renovación radical de la imagen del hombre y su relación constitutiva con el lenguaje'.
Conserva particular interés el ensayo titulado La lengua de los hombres (1969), enérgico cuestionamiento por parte de Steiner de la gramática generativa de Noam Chomsky, cuyas apostillas a pie de página convierten esta pieza en un admirable duelo de gigantes. Steiner opone a Chomsky 'el hecho desconcertante de la diversidad lingüística', que la mecánica transformacional no lograría explicar, como no logra explicar tampoco el lenguaje poético.
Steiner insiste en la relevancia que, para el ejercicio de la crítica literaria, tienen los efectos de la revolución lingüística. El ensayo titulado Lingüística y poética (1970) sugiere 'cuáles deberían ser las interacciones creativas' entre ambas. Por ahí pasa, según él, la única posibilidad de salvar a la crítica y a la historia de la literatura 'de su actual trivialidad y megalomanía'. En este sentido es concluyente: 'Por más elocuente o sugerente que sea, el trabajo crítico siempre se parece más al de un especialista en lógica, un gramático o un lingüista, que al de un novelista, dramaturgo o poeta'.
Consecuentes con esta pre-
misa, los tres primeros ensayos de este libro, dedicados a Nabokov, Beckett y Borges, respectivamente, proponen en torno a estos tres escritores una categoría nueva: la extraterritorialidad. Se refiere Steiner con ella a un fenómeno asimismo nuevo: la emergencia de escritores lingüísticamente nómadas o multilingües, en los que la tradicional 'ecuación entre un eje lingüístico único -un arraigo profundo a la tierra natal- y la autoridad poética es puesta en tela de juicio'.
Aunque Steiner apenas la bosqueja, y lo hace con bastante imprecisión, lo cierto es que esta categoría -la de extraterritorial- ha ganado entretanto connotaciones que la hacen cada vez más útil. Sin necesidad de circunscribirla al ámbito estrictamente idiomático, lo cierto es que en el contexto del nuevo 'internacionalismo cultural', bajo los efectos 'globalizadores' de la cultura de masas, la noción de extraterritorialidad subvierte la ya anticuada y más complaciente de cosmopolitismo (que entretanto ha adquirido resonancias casi turísticas) para sugerir aquellos aspectos de la literatura moderna en que ésta se perfila, en palabras de Steiner, como 'una estrategia de exilio permanente'.
Una estrategia, por lo demás, que conlleva el riesgo de terminar exiliado de la palabra misma. En este sentido, en el ensayo dedicado a Samuel Beckett (Sobre matices y escrúpulos, 1968), uno de los mejores del libro, se cita un pasaje que alumbra el peligro del silencio que Steiner se empeña una y otra vez en conjurar. 'Es suficiente para hacer que te preguntes si estás en el planeta que te corresponde', contesta a otro un personaje de Beckett. Y añade: 'Hasta las palabras te abandonan, tan mal están las cosas'. Eso, tan mal.
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